sábado, 23 de enero de 2010

Capitulo 17: Pase lo que pase, haz que cuando lo recuerdes sea perfecto

Muchas gracias a todas las que leis el fic por dedicarle tiempo y por los comentarios. Sois las mejores.
Y...no me odies por este.


Me mire en el espejo con mi nuevo vestido. Había ido de compras para poder ponerme algo especial esa noche. Si iba a ser la última en la que le iba a ver por lo menos que estuviese guapa.
Pero, ahí estaba parada frente al espejo y, aunque el vestido era realmente mono, yo me veía de todo menos guapa. Claro que el gesto de samurai apunto de hacerse el harakiri no ayudaba mucho.
Desde que había ido al trabajo y me había despedido de Rob la sensación de ansiedad era sencillamente insoportable. Y ni siquiera había sido una despedida, sólo un “hasta luego”, sin embargo, había resultado tan premonitorio que los torpes latidos que mi encogido corazón lograba bombear resonaban con fuerza en mis sienes. En esos momentos dolía demasiado respirar.
Me había olvidado casi por completo de todo esto a la hora de comer, después en sus brazos, descansando en el sofá. El nerviosismo se mitigaba al sentir su cuerpo, al percibir su aroma. Su presencia me tranquilizaba.
Había sentido la necesidad de preguntarle sobre el tema. Pero estaba segura que eso sólo estropearía las cosas anticipadamente. Poniéndole en la incomoda situación de tener que apartarme de su vida antes de tiempo. Decirme: “Mira, pequeña, ha estado bien. Muy bien. Pero yo tengo una vida ahí fuera y…tú sobras.”Me había repetido esas palabras una y otra vez en cada momento que mi mente amenazaba con realizar la pregunta. Ya que de alguna manera mi estupido cerebro creía que tenia algún tipo de derecho a hacerlo. Él había estado conmigo todo este tiempo. Había dejado claro que para él no era algo pasajero. Pero obviamente lo era. ¿Cómo si no todavía no había sacado el asunto a relucir?. Estaba claro que para él era tan evidente que ni siquiera había necesidad de decirlo en voz alta.
Pertenecíamos a mundos completamente distintos. No sé a quien pretendía engañar, pero por muy “aspirante a actriz” que fuese, éste no era mi sitio. Él era…él, y yo…yo. Y no había nada más que hablar. Ni nada que yo pudiese hacer.
Así que al ritmo de It ends tonight intenté arreglar mi cara con algo de maquillaje. Pero después de una desesperada media hora tratando de cambiar mi expresión facial con mil sombras y efectos de eyeliner diferentes y viéndome exactamente igual que al principio tiré mi neceser frustrada al suelo. Total, daba igual cuanto me arreglara, lo iba a perder igualmente.
Me pasé la mano por la frente agotada, y la noche ni siquiera había empezado. Suspiré profundamente, cogí mi chaqueta del armario y salí de la habitación.
Sandra estaba en el salón repasando su caso del día siguiente.
-Wow. ¡Cachonda!, ¿tienes planes para esta noche?. – Me reí, por primera vez en toda la tarde, de verdad.
-Venga no mientas, que estoy horrible. – Me dejé caer sobre el sofá desalentada.
-Hombre…¿es necesario que parezca que no defecas desde que naciste?. – Solté una carcajada mientras apoyaba la cabeza en las palmas de mis manos. – En serio, ¿no puedes sonreír un poco?. – Me le quede mirando ensombreciendo el gesto. Negué con la cabeza.
Y justo en ese preciso momento en el que mis ojos empezaban a empañarse, y los sentimientos de angustia que llevaba tanto tiempo reprimiendo amenazaban con mostrarse, el timbré sonó. Y forzando una sonrisa, junté mis manos y me mordí el nudillo de mi pulgar izquierdo.
-Me tengo que ir. – Canturreé mientras me ponía en pie y cogía mi bolso. Sandra me sonrió inquisitoriamente, pero dejándolo pasar. Me conocía demasiado bien.
-Pásalo genial, ¿ok?. – Le sonreí más abiertamente mostrando mis dientes. – Y… esta noche dormiré con el ipod puesto. Pensaba ir a casa de Chris pero…tengo el juicio mañana y está como a hora y tres cuartos de su apartamento y…
-Lo entiendo, S. Gracias. – Hizo un gesto afirmativo con la cabeza levantándose y viniendo hacia mí con los brazos estirados.
-En serio, disfrútala. Pase lo que pase, haz que cuando lo recuerdes sea perfecto. – La abracé mordiéndome el labio. Intentando con todas mis fuerzas contener toda la mierda que me estaba consumiendo.
El timbre volvió a sonar con más intensidad.
-¡OH DIOS, YA VOY RACHEL! – Grité enfurecida. Sandra se apartó de mí con los ojos desorbitados, asustada. Dibujé una sonrisa nerviosa. – Creo…que debería irme ya.
Mientras esperaba el ascensor volví a oír el telefonillo timbrar otra vez a lo lejos. Solté una carcajada negando con la cabeza.
Al salir a la calle Rachel estaba dando saltitos para calentarse. Y cuando me vio resopló con alivio.
-Joder, Yankee, que me estoy quedando pajarillo. Además el taxi está esperando el la puta calle de al lado. A saber si no se ha ido ya aburrido.
-¿Taxi?, pensaba que íbamos a ir en tu coche. – Comenzamos a andar en dirección a la calle en donde el taxista estaba parado.
-Sí, pero esta noche va a ser ¡épica!. – Con épica Rachel solía referirse a una melopea memorable. Pegó un saltó mientras que giraba hacia mí emocionada.
-Todas las noches son épicas para ti, Rach. – Me sacó la lengua al tiempo que seguía danzando hasta el coche y se perdía dentro.

En el camino tuvimos que parar en el apartamento de Tom para recogerlo.
-Buenas noches, señoritas. – Cuando entró ya estaba partiéndose el culo. Se sentó y dejó, como quien no quiere la cosa, una bolsa de papel encima de sus rodillas. No nos miro ni dijo nada. Rachel y yo nos miramos enarcando las cejas…pero ninguna de las dos le preguntó por el contenido de la bolsa. El taxi arrancó y cuando Tom no pudo contenerse más lo soltó.
-He traído sombreros de vaqueros. – Se volvió hacia nosotras balanceándose sobre el asiento con una amplia sonrisa.
-Genial, Tom, genial. – Rachel pasó su mano por el pelo de Tom con indiferencia.
No tardamos mucho en llegar hasta el O. Yo bajé la primera del coche y la verdad es que el vestido que llevaba era bastante corto, así que se me subió y Tom obtuvo una magnifica vista de mi trasero.
-Umm bonito culo, Yankee. – Me di la vuelta con un gesto de pocos amigos mientras llevaba mis manos a mi culo, arrugando el vestido. Rachel le dio un codazo a Tom, quien se dobló hacia atrás dolorido. – Auuu. Deberías estar orgullosa de que sepa apreciar la belleza femenina, nena. – Tom puso una cara lasciva trazando con su mano abierta la silueta del cuerpo de Rachel. Ella le sonrió provocativamente y se fundieron en un apasionado beso del que preferi no ser testigo.
Me di la vuelta y entré en el O. Me acerqué hasta las escaleras y me asomé un poco. No había prácticamente nadie. Sólo Taylor y Marion que tomaban una copa de vino acaramelados en la barra.
A pesar de que yo misma había ayudado a decorar el local, esa mañana no me había parado a ver en como estaba quedando. Parecía otro sitio por completo, todos los sofás estaban arrinconados en un lado de la sala, y las mesitas habían sido bajadas al sótano.
Ahora parecía la fiesta de cumpleaños de una quinceañera sobrehormonada adicta a Crepúsculo y, en especial, a su atractivo vampiro protagonista. No pude evitar romper a reír.
-Hey, ¿de qué te ríes?. – Umm, una dulce voz con el mejor acento británico de la historia, preguntó en mis oídos. Mientras unas robustas manos se amoldaban a mi cintura. Eché mi cabeza hacia atrás para que sus labios accediesen con más facilidad a mi cuello, y sonreí abiertamente al sentir su aliento en mi piel.
-¡Joder!, id a un hotel. – Me giré para ver a Rachel, atónita. Tom y Robert empezaron a bajar las escaleras entre risas.
-¡Oh, venga!. Tenéis que estar de coña. – Rob acaba de ver el “tema” de la fiesta.
Nosotras les seguimos detrás.
-¿En serio?, te atreves a decir eso cuando acabas de practicar sexo, figuradamente, espero, en la mismísima puerta del O. – Entrecerró los ojos maliciosamente, negando con la cabeza.
-No tienes vergüenza, de verdad… - Solté una risa ahogada. Esta tía era increíble.

La noche fue realmente divertida, Tom y Rob estaban más tontos que nunca. Todos sus amigos estaban ahí y eran completamente imbeciles cuando se juntaban todos. Por fin pude conocer a Bobby Long, que había estado todo este tiempo ocupado en una gira europea. Un encanto como todos, y tan borracho e idiota como esperaba que fuese, teniendo en cuenta los antecedentes.
Y a pesar de que todos los allí presentes detestábamos que Robert tuviese que irse, excepto quizás Tom que había mostrado demasiado entusiasmo en ir a visitarlo varias veces a U.S.A, la fiesta no decayó ni un momento. Y la verdad es que los gorros de vaqueros ayudaron bastante a la diversión, y también a que yo disfrutara de esa fiesta sin nudos en la garganta, olvidando, por un rato, la ansiedad que se había apoderado de mi cuerpo en las últimas horas.

PVRob
Fui a la barra a por un par de cervezas y Rachel me interceptó por el camino montándose en mi espalda.
-Así que te nos marchas otra vez, ¿eh? – Susurró a mi oído apenada. Se bajó de un salto y me abrazó.
-Eso parece. Hay un vuelo para Los Angeles con mi nombre. Nadie me ha dicho nada pero se pillar una indirecta. – Sonrió torciendo la boca.
-¡Por dios!, pero por lo menos no tardes otros 7 meses en volver. – Desorbitó los ojos agitando las manos.
-Lo intentaré. – Dije riendo, aunque no fuese nada divertido. – Lo intentaré. Esto es muy duro. Va a ser muy jodido. El rodaje va a ser largo de cojones. Aunque vaya a ser seguido…son dos películas. – Puse los ojos en blanco agobiado. – Así que imaginate. – Bufé, mareado. Jamás había tenido tan pocas ganas de volver a Estados Unidos, y normalmente tenía tantas como de que me depilaran las pelotas. No sabía por qué.
-¿Y qué va a pasar con Carla?. – Vale, sí sabía por qué. Gracias Rachel por recordármelo. Esa, obviamente, era la principal razón. Negué con la cabeza poniendo una mueca de dolor.
-No lo sé, aun no lo hemos hablado.
-¿Que aun no lo habéis hablado?. Y ¿a qué coño esperáis?. – Gritó dándome un empujón, que, para ser sinceros, casi hace que me caiga al suelo.
-No sé. No ha surgido el tema. – Me miro incrédula y bastante cabreada. – Bueno, sí ha surgido el tema. No para de surgir, de hecho, pero hemos preferido evitarlo. No…lo hemos hablado. No sabía… no sé cómo preguntarle qué coño quiere hacer.
-¿Qué coño quieres hacer tú?.
-¿Yo?. No irme. Quedarme en Londres para siempre. – Elevó las cejas perdiendo la paciencia. - ¡Joder!. Yo…yo quiero que sigamos con esto. Claro que quiero, pero es más complicado. No sé cuando volveré y bueno, ella no soporta las relaciones a distancia. Esa fue la razón por la que rompió con su ex al venirse aquí. Y eso es una jodida broma comparado con esto. Ya no es sólo que vayamos a estar a miles de kilómetros. Está la puta prensa. Imaginate con las tías que me liaran, y las nuevas compañeras de reparto a las que me follaré. Y por no hablar de Kristen…puede que por fin adoptemos un negrito senegales. ¿Crees que aunque siquiera quisiese darle una oportunidad a esto iba a soportar la mierda en la que vivo?. No ha visto nada y sé que está aterrorizada. Londres es el paraíso. LA es una…
-¡Hey!, ¡relájate!. Respira. ¡Jesús!, vas a petarme la cabeza. Tu vida da asco y de verdad. – Espiró con la boca cerrada.- Vas a explotar. Tienes que hablar con ella. Tienes miedo y es normal, porque…¡coño! ¿quién va a querer estar contigo con todo esto?. – Soltó una carcajada y yo le fulminé con la mirada. Nada de esto tenía una puta pizca de gracia. – Vale, lo siento. Era broma. Muy desafortunadas sí, pero muy inocente. – Agachó la mirada a punto de llorar. E inevitablemente me empecé a reír. Era una autentica puta. Ella me miró con una ancha sonrisa meneando la cabeza al compás de la música. – Quiero decir que…Necesitas hablar con ella, Rob. Deja de pensar en lo que ella pensará. Tienes que preguntárselo y saber exactamente que es lo que pasa por su cabeza. Realmente le gustas. Y estoy segura que aunque flipara con todo lo que os espera querrá intentarlo. – Sonreí al pensarlo. Nada me hacia más feliz que pasar tiempo con ella. Conseguía que me evadiese por completo de toda la presión que me rodeaba. La necesitaba para no anudarme una cuerda al cuello y colgarme de la triste bombilla de un cutre hotel. Eso teniendo en cuenta que aguantase mi peso, porque había engordado un po…- Te mereces ser feliz y olvidarte de toda la puta mierda en la que vives. No puedes dejar que todo esto te joda la vida. Llevas cuatro años acojonado, reprimido. Y ahora que por fin has encontrado a alguien, aunque pobre desgraciada, con la que quieres compartir toda esta locura, no puedes dejarla escapar. Así que más te vale que mañana no hable con Carla y me diga que no has tenido los cojones ni siquiera de expresar lo que sientes por miedo a que tu mierda de vida la espante. – Cabeceé elevando la mirada a ninguna parte. Asintiendo y pasándome las manos por el pelo desesperadamente. Rachel tenía toda la razon. Lo único que tenía era pánico a que Carla saliese corriendo, pero me iba a separar de ella de todas maneras, así que no perdía nada intentándolo.
Me di la vuelta mientras Rachel se entretenía abriendo una de las neveras. Y vi a Carla bailando y riendo con Tom.
Quise ir hasta ella y hablar del tema, en ese preciso momento, como llevaba haciéndolo todos y cada uno de los días que había pasado con ella. Todos y cada uno de los días que me iba enamorando perdidamente de ella. Porque ya no tenía ninguna duda: estaba incondicional y irrevocablemente enamorado. Sonreí al escuchar mis propios pensamientos mientras me acercaba a ELLA. Pero las ganas y los deseos de sacar el asunto se quedaron en mi pecho, torturando y golpeándome sin clemencia. Fingí una sonrisa como llevaba haciendo todo el día y le di un beso en la frente mientras la abrazaba.

PVCarla
Después de que todos se despidieran de él, Rob y yo nos montamos en el mismo taxi y nos dirigimos a mi piso.
En el trayecto mientras en la radio sonaba Don’t forget me me recosté en su hombro, él me abrazó con fuerza y acarició mi cabello con sus labios. Iba a aprovechar al máximo del poco tiempo que me quedaba a su lado, tal como había dicho Sandra, y él no parecía que fuese a poner mucha oposición.
Esperando el ascensor, empezó a hacerse tangible la desesperación del momento. Todo lo que habíamos estado reprimiendo durante toda la noche, el hacer como que no pasaba absolutamente nada nos encontró de bruces en el portal.
Nos miramos a los ojos sin terciar palabra. Notando como el aire se escapaba de nuestros pulmones demasiado deprisa.
Al llegar a mi casa. En la entrada, acerqué mi mano a la suya sin mirarle a los ojos, la tomé y tiré de él hacia la habitación. Tras cerrar la puerta de mi dormitorio nuestros cuerpos se acercaron en la oscuridad, despacio, sin contacto visual. El ritmo de nuestra respiración se aceleró y nuestras cabezas se buscaron entre jadeos. Nuestros labios se juntaron con violencia. Mis manos fueron a parar a su nuca y las suyas a mis caderas apretándome a él. Deslicé mis manos por sus brazos, bajando con ellas su camisa de cuadros. Agarré su camiseta en el comienzo de su culo y tiré de ella hacia arriba, cogiendo aire al separarnos momentáneamente. Paseé mis manos por su torso desnudo perdiendo el control por completo de mi respiración. Le atraje hacia la cama sin separar nuestras bocas. Y me dejé caer sobre ella mientras Rob se ponía de rodillas encima mía y se agachaba para seguir devorándome.
Me quitó el vestido sin reparar en sus delicadas costuras y bajó mis medias y mi tanga a la vez. Comenzó a recorrer mi cuerpo desnudo con sus ansiosos besos, haciendo que me retorciese con cada contacto. Me incorporé un poco y me deshice de sus pantalones, volvió a pegar sus labios a los míos y él mismo acabó de desnudarse. Se colocó sobre mí sin cautela, y mis piernas le abrazaron instintivamente.
En el auge del momento se introdujo en mí y los dos aguantamos la respiración hasta que salió despacio para volverme a penetrarme con más fuerza. Gemimos en silencio, resoplando en nuestras bocas.
La urgencia del tiempo escapándose entre nuestras manos nos impedía implorar por el final, pero inexcusablemente los movimientos fueron incrementando su ritmo, llagándonos cada vez más lejos entre el dolor y la lujuria.
Sus brazos me retuvieron entre él durante todo el rato, nuestros labios apenas se separaron unos segundos, y mis piernas no dejaron que hubiese ni un milímetro entre nosotros. Nuestros cuerpos se fundieron imposiblemente más en cada embestida haciéndonos una sola persona.
E irremediablemente nuestro instinto irracional nos avecinó a la llegada inminente del fin. Mis piernas empezaron a temblar sin control. Él estaba ya tremendamente duro, podía notarlo en todo su esplendor en mi interior, desbocando el ritmo de sus embestidas. Empecé a morder su hombro intentado amortiguar los gritos de placer, Rob hundió su cabeza en la almohada gruñendo mientras los dos explotamos. Sentí como me llenaba de calor, y como me quemaban las muñecas por donde Rob me estaba agarrando. Estaba segura que eso me dejo marca como mis dientes en su piel, pero no tuve ni tiempo ni ganas de comprobarlo.
Lo hicimos teniendo en cuenta que esa sería nuestra última vez.
Y después se abrazó a mí con todas sus fuerzas. Espirando violentamente. Acariciando mi espalda y mis brazos ansioso. Agitado y nervioso. Yo sólo podía dedicar mi tiempo a olerle. A disfrutar de su aroma lo máximo posible antes de perderlo. A memorizarlo a la perfección.
-Me voy mañana. – Murmuró muy bajo con la voz quebrada.
-Lo sé. – Contesté impasible. Aguardamos un rato en silencio hasta que él volvió a romperlo.
-Así que esto. Lo nuestro… - Se interrumpió. No podía decírmelo, no se atrevía a partirme el corazón en mil pedazos aunque fuera a hacerlo de todas formas.
-¿Se acabó?. – Inquirí sacando fuerzas de donde no las tenías. Sin voz, rajándome la piel con cada letra. Tragó con fuerza deliberando unos segundos.
-Sí, supongo. – Claro. No podía ser de otra manera. Asentí, mientras mis ojos se humedecían. Coloqué mi cara en su cuello, respirándole, respirando su esencia, mi Robandrostadienona. Él siguió acariciándome, recorriendo con sus manos mi cuerpo desnudo, apretándome contra él, besando mi cabeza repetidamente. Las lágrimas comenzaron a desbordarse en mis ojos. Intenté que no contactaran con su piel borrándolas constantemente con mis dedos.
No dormí en toda la noche. Y en ningún momento sentí como su respiración se acompasaba y se tranquilizaba como normalmente hacía. No paro de menear sus manos por mi espalda, ni relajó un segundo la fuerza de su abrazo. Solamente dejamos que el tiempo se nos agotara.
Y se agotó. A las ocho en punto de la mañana sonó su despertador. Y con un profundo y doloroso suspiro nos separamos y nos incorporamos.
Se destapó y se sentó en la esquina de la cama, recogiendo su ropa y vistiéndose, mientras yo descansaba en mi parte del colchón sin poder apartar la mirada del suelo de mi habitación.
Ni se duchó, ni desayunó ese día. Tampoco me miró en el cuarto hora que tardó en llegar hasta la puerta de mi piso.
Le seguí por el pasillo sin decir una palabra hasta que se paró en la entrada, frente a la puerta. Entonces se dio la vuelta y pude notar sus ojos clavándose en mí aunque yo no estuviese mirándole. Levanté la mirada para encontrarme con la suya. Mis ojos estaban empapados en lágrimas que en ningún momento llegaron a derramarse delante de él . Nos observamos durante unos minutos sin decir absolutamente nada, mientras en mis retinas se quedaba grabado el color exacto de sus iris.
-Bueno…Cuídate, por favor. – Asentí mordiéndome un labio.
-Y tú. Mucha suerte por las Américas.
-Y tú con la película y…los exámenes. – Agregó haciendo también un gesto afirmativo con la cabeza. Volvimos a quedarnos en silencio, sólo mirándonos, hasta que su cabeza se acercó a la mía violentamente. Y cuando la tensión se hizo insoportable me agarró por la nuca, presionando mis mejillas con sus grandes manos. Juntando sus labios a los míos desesperadamente. Se exploraron con ansia por última vez mientras mis manos se perdían en su cabello. Alborotándolo y reteniendo la sensación de su contacto con mi piel. Respirando entre besos en su boca. Aferrándome a él vigorosamente. Pero sus labios dejaron los míos, y sus manos me soltaron cayendo vacías en el aire.
Me quedé inmóvil, en mi sitio con los ojos cerrados y la mandíbula apretada hasta que oí la puerta cerrarse y rompí a llorar.
Escondí la cara en mis manos entre sollozos, mientras mi piel se empapaba en llanto.
Y cuando tuve la suficiente fuerza para moverme. Sorbí mis lágrimas y me dirigí a la nevera. Saqué un six pack de cerveza y automáticamente fui hacia mi habitación. Cerré la puerta de un portazo, cogí mi ordenador, me senté en la cama y abrí Remember Me.
Lloré y bebí, bebí y llore desconsoladamente durante toda la película. Cuando acabó y los ojos me pesaban tanto que ya apenas podía mantenerlos abiertos, me tumbé en la cama inerte.
Siempre había creído que los finales trágicos eran los más bonitos, y puede que también los más reales.

domingo, 10 de enero de 2010

Capitulo 16: Puta lluvia y puto Amanecer

Primero: ¡¡FELIIIIIIZ AÑO 2010!!
Que este sea un gran año para todas y podamos seguir disfrutando de Roberto muuucho.
Ya se que he tardado mucho en actualizar con nuevo capitulo, pero las vacaciones y esas cosas. Espero que no os hayais olvidado de las historia ;)
Un besazo guapas!!


Ese día nada más escuchar el despertador y tomar consciencia del mundo, comencé a sentir esa sensación. Angustia. Un nudo en el pecho agarrotando cada uno de mis latidos. La desoladora espera de algo que irremediablemente iba a pasar.
Mareada me incorporé y fije mi atención en la pantalla iluminada de mi móvil. 26 de abril. Era el día. El corazón me dio un vuelco y la visón se me nubló. Tragué saliva con dificultad, inspirando y expulsando aire despacio, intentado tranquilizarme.
No había vuelta atrás. No podía retroceder en el tiempo, ni retrasar la llegada del fatídico día. Así que con la cabeza dándome vueltas, me levanté.
Vi como el día despertaba tras mi ventana. Obviamente estaba lloviendo y la niebla empañaba los cristales.
-Puta lluvia y puto Amanecer.
Me deslicé hacia la ducha después de encender mi reproductor. Sonaba Best not to think about it.Conforme caía el agua por mi cuerpo intentaba librarme de la pesadumbre que se había apoderado de él.
Había quedado con Rachel a las 8 y media para ayudarle con los preparativos de la fiesta de despedida de Rob en el O. No era la actividad más adecuada para mantenerme alejada de mis pensamientos pero menos daba una piedra, e ir a clase para desconectar en cada una de las tan entretenidas asignaturas que cursaba, sin duda, ayudaba menos.
Cuando salí de la ducha me preparé lo más rápido posible y me dirigí al local de Taylor en mi coche.

Tuve que aparcar en la calle paralela porque no había sitio e ir andando hasta el O. Aun así, cuando llegué no había nadie.
Esperé apoyada en la puerta de la entrada, bajo la débil lluvia, pasmada de frío y expulsando vaho cada vez que respiraba.
-¿Me ayudas?. – Rachel llegó cargada de cajas. Le quité una y una bolsa que colgaba de su brazo. – Aun no son ni y media, ¿Qué haces aquí tan pronto?.- Preguntó mientras sujetaba una de las cajas con su rodilla e introducía una de sus manos en el bolso en busca de las llaves.
-No quería pasar más rato sola. – Me miró por encima de los bártulos entristeciendo la mirada.
-¿Qué tal lo llevas?. – Su voz era condescendiente y vi venir por donde se encaminaba la conversación.
-Genial, Rachel. – Dije tajante. Pronuncié las palabras sin ningún tipo de emoción, aunque por dentro estuviese muriendo. No pretendía hacer como que todo esto no era una mierda, por eso tampoco fingí una sonrisa ni puse voz alegre. Solo quería dejarlo pasar.– Genial. – Ella me observó durante unos segundos todavía con lastima. Y odiaba eso. Le puse mala cara y al parecer lo entendió. Apretó los labios asintiendo. Se dio la vuelta y todavía haciendo malabares con los bultos intentó abrir la puerta. - ¿Por qué coño no dejas las cosas en el suelo, abres y después las entras?. – Me miro ofendida. Pero se volvió y me hizo caso. Cuando sus manos estuvieron vacías consiguió abrir sin dificultad la puerta. Yo pase primero y la sostuve para que recogiera las cajas y entrara.
Bajé los pocos peldaños de la entrada y me introduje hasta la barra, donde deje las cosas. Rachel me siguió colocándolo todo en una de las mesitas.
-Tendremos que recogerlas todas y sacar la grande para la cena. A ver si viene algún macho y nos ayuda con el trabajo duro.
En ese preciso momento Tom apareció bajando por las escaleras.
-¿Requerís de mis servicios como hombre fibroso y musculado?. – Elevó los brazos marcando sus inexistentes bíceps. Rachel y yo estallamos en carcajadas.
Juraría que aparté la mirada sólo un par de segundos pero cuando la volví hacia ellos Tom tenía sus manos alrededor del culo de Rachel, mientras sus labios se exploraban y sus lenguas…”Fingí” una arcada y me aclaré la garganta tratando de llamar su atención. Se separaron algo sonrojados, lo suficiente para tratarse de dos de las personas más sinvergüenzas que había conocido en toda mi vida.
Sacudiendo la cabeza dirigí mi mirada hacia el contenido de la caja. Desorbité los ojos cuando me di cuenta de que eran platos, vasos, servilletas, manteles, posters y demás merchandising de Edward Cullen. Elevé la cabeza para mirarles atónita.
-¿Por qué le odiáis tanto?. – Inquirí levantando las servilletas con mis manos. Se empezaron a descojonar.
-¿A que es genial? Va a comer en su propia cara. – Ambos parecían encantados con la idea.
-Sabéis que no le hace ninguna gracia. – Fruncí el ceño todavía flipando.
-Eso es lo más divertido.- Contestó Tom entre risas, mientras Rachel asentía sonriendo.
-Ten amigos para esto. – Murmuré para mí misma negando con la cabeza. Indagué en la bolsa que había traído conmigo y vi las pancartas que debíamos colocar por todo el local.

Mientras me entretenía colgando uno de los carteles de despedida escuché la voz de Tom a mis espaldas.
-¡Hey, aspirante a actriz!. – Noté como mi cuerpo se balanceaba tras la patada de Tom a la escalera en la que me encontraba subida. Elevé mis ojos torciendo la cabeza por encima del hombro para mirarlo y recordé la primera vez que alguien se dirigía a mí como tal.

“Habían pasado a penas 12 horas de mi cumpleaños y las páginas web del mundo entero ya se hacían eco de las fotos de Robert Pattinson con la extraña desconocida. A las 12:23 del medio día el teléfono de Rob comenzó a sonar sin descanso. Después de varios intentos por silenciar el aparato rechazando cada llamada, Robert se incorporó y atendió una de ellas.
-¿Qué coño pasa ahora?- Rob sostenía el móvil con su mano izquierda y frotaba insistentemente sus ojos con la derecha. - ¿Que qué mierda hice anoche?. Tenía una fiesta de cumpleaños Steph, ya te lo dije. – Se quedó callado un par de segundos, meneando los ojos de un lado a otro intentando encajar algo. - ¡Oh, mierda!, las fotos. ¿Ya?, Pero…pero si no han podido ni pasar…- Se volvió hacia mí con el gesto desencajado. - ¿Qué hora era?. – Me encogí de hombros escondiendo mi cara bajo mi antebrazo derecho. Robert apoyó su cabeza en una de sus manos. - ¿Y qué coño quieres que haga?, ¿qué me esconda en una habitación y no tenga contacto con ningún otro ser humano?. – Se incorporó todavía más, cabreado. - ¿No es lo que estás diciendo?. Pues lo parece. – Negó con la cabeza violentamente. – Mira Stephanie no me apetece hablar sobre esto ahora, ¿ok?. Ya lo discutiremos más tarde. Tengo cosas más importantes de las que ocuparme en este momento. – Probablemente su agente no estaba muy de acuerdo con eso pero Robert no le dio tiempo a rechistar ya que colgó justo al acabar su frase.
Esperé unos segundos aguardando a que él rompiera el incomodo silencio. Al ver que no lo hacía abrí un poco mi brazo para poder verlo. Me miraba con sus manos revolviendo su pelo y la mandíbula apretada.
-Lo siento tantísimo.
-Rob, está bien. La que lo siente soy yo. No sé como va esto pero estoy segura que esas fotos te van a meter en más de un problema y odio que sea por mi culpa, si pudiera… - Se acercó a mí y me abrazó con fuerza interrumpiéndome.
-Calla, ni lo pienses si quiera. Esto no es tu culpa. Pro...probablemente no sea ni mía…Ni siquiera puedo controlar ya mi vida. No has hecho nada malo. Ninguno hemos hecho nada. Si a la gente no le gusta, que les den. – Intenté callar mis pensamientos porque dolían demasiado pero eran del todo cierto.
-Pero no deberías…A lo mejor no deberías verme. – Se apartó de mí confuso.
-¿Qué quieres decir?
-No sé, Rob. No quiero que tu vida se complique todavía más por mi culpa.
-Mi vida ya está lo suficientemente complicada y, créeme, tú no tienes nada que ver. Steph lo va a flipar y la gente va a tener otra excusa más para criticarme. Pero me importa una mierda porque lo que digan de mí me es totalmente indiferente, babe. – Acarició mi cara dulcemente forzando una sonrisa. – Lo único que me preocupa eres tú. – Se mordió el labio y cerró los ojos afligido. – En serio, Carla. No van a parar de decir…cosas totalmente injustas sobre ti. Lo siento. – Susurró en mi pelo. Suspiré profundamente.
- Y ¿te crees que a mi me importa lo que vayan a decir cuatro tías celosonas, que no me conocen absolutamente de nada, sobre mí?. – Negué con la cabeza sonriendo, o intentándolo. – Me levanté y fui hacia el escritorio. Cogí el portátil que descansaba en la mesa y lo metí debajo de la cama. – No pienso leer absolutamente nada. Lo prometo. – Torcí la boca y arrugué la nariz nerviosa. Él se levantó un poco y me atrajo hacia la cama en sus brazos, tumbándonos a los dos. – Además todavía América no ha despertado. Estoy medio a salvo. – Asintió frunciendo el ceño.
-Todavía.

Obviamente mi promesa duró exactamente 47 segundos después de que Robert se fuera de mi piso. Corrí hacia mi habitación y rescaté el ordenador de debajo de mi cama. Y entonces fue la primera vez que lo leí. Popsugar actualizó a primera hora de la mañana con la noticia:
Robert Pattinson se divierte en Londres con su gente. Después de varios días sin noticias del actor británico, éste se dejo ver a altas horas de la madrugada con sus amigos después de una noche de fiesta. Pero esta vez una nueva joven se unió a la pandilla, con ella se le puede ver muy cariñoso en las fotos, para más tarde montarse en el mismo taxi juntos intentando así escapar del objetivo de las cámaras. Se trata de Carla Muro, una aspirante a actriz que trabaja con la amiga de la infancia de Robert, Rachel Jerins, en un nuevo proyecto. Parece que han encontrado la mejor forma de promocionar la película poniéndola en primera plana relacionada con la gran estrella de Crepúsculo. Puede que no haya nada entre ellos, pero se les ve muy cómodos juntos. Decirme ¿qué opináis al respecto?
Genial. Ahora era una “aspirante a actriz” que utilizaba a Robert Pattinson para promocionar una película de la que no quería que nadie oyese. Claaaaaro.
Intenté con todas mis fuerzas resistirme a ver todas las fotos y muchísimo más a leer los comentarios, pero la curiosidad era demasiado fuerte.
Para colmo salía con una cara de borracha desfasada en todas las fotos. Partiéndome el culo por la idiota de Rachel. Suspiré rendida y baje la página para leer los comentarios.
“Pues la tía es bastante normalita.”
“Espero que no estén juntos porque Rob se merece a alguien mucho más que esta tía desconocida.”
“Es que el chaval no puede salir con sus amigos sin que se le relacione con nadie?”
“Joder, es que esta gente no deja de estar pedo nunca o qué? ¡Mirar sus caras!”
“A mi la chica me parece muy mona. Además él es libre y puede estar con quien quiera. Aunque no creo que las fotos muestren nada.” Gracias.
No es fea pero necesita un bocadillo!!”
“¡Venga!. ¿En serio Robert? Kristen es muchísimo más guapa, ¡deberías estar con ella!”Oh, no, por dios. Comentarios Robsten no, por favor.
Cerré el portátil automáticamente. Esto era demasiado. Me sentía hasta mareada.
La cosa no fue demasiado lejos, más de lo mismo en casi toda la prensa rosa. Pero se despertó un creciente interés por Robert Pattinson en su ciudad natal. Los paparazzies le persiguieron más de lo normal e inevitablemente volvieron a pillarnos juntos, con todos sus amigos, pero juntos. 4 días diferentes y en diferentes situaciones. Habíamos dejado de mostrar cualquier tipo de gesto afectivo en los lugares abiertos. Hasta caminábamos a cierta distancia, él con los chicos, y yo con Rachel. Por lo que las fotos no confirmaban absolutamente nada.

Desafortunadamente para mí la buena nueva también llego a España. Mi madre no tardó en llamar alterada por lo que sus ojos veían y leían. “¿Aspirante a actriz?.” Sí, todavía no les había contado nada y gracias a la prensa no tuve que esperar más. Les expliqué que había asistido a un casting sin ningún interés en ser aceptada, pero lo había sido. Que no era nada excesivamente grande y que era más que probable que la película ni siquiera llegase a España. Mentí, pero sólo un poco, acerca del estado en que se encontraba mi (inexistente) empleo. Le conté que había tenido que dejar Blluckster, pero que ya había echado currículos, lo cual no era cierto, y que estaba segura que pronto me ofrecerían algo, lo que era cierto si obviabas lo de "segura".
Y por supuesto inquirió sobre Robert Pattinson, aquel actor que hacía de vampiro y que había empapelado las paredes de una de las habitaciones de su casa y que, ahora, se rumoreaba salía con su hija. Le expliqué que todo era mentira y que sólo le conocía por trabajar con Rachel. Al final conseguí tranquilizarla y despreocuparla, aunque siendo madre eso nunca fuese posible del todo.”


Y aquí estaba 10 días después preparando su despedida. Dibujé una mueca de dolor que deshice rápidamente con una sonrisa dirigida a Tom.
-¿Los farolillos son necesarios?
-No, de hecho Rob va a pensar que son una mariconada, pero ya sabes lo que le molan estas mierdas a Rachel. – Se quedó observándome unos instantes y arrugando el ceño, preguntó. - ¿Qué tal lo llevas?.
-¿El qué?. – Sabía exactamente a qué se refería, así que le mire suplicándole que dejara el tema.
-Ya lo sabes.
-No, no lo sé. – Enfaticé mis palabras con un tono de cabreo. – ¿Lo tuyo con Rachel?. – Él también odia hablar sobre ese tema por lo que deseé que pillara por donde iba. Sonrió apretando los labios afirmativamente.
-Genial entonces. – Se dio la vuelta y se largo a seguir decorando el local.

A las 11:30 de la mañana deje a Rachel y Tom con Sam siguiendo con lo poco que quedaba. Había quedado con Robert para comer en mi casa antes de que yo entrase a trabajar en el turno de tarde de mi nuevo empleo como relaciones laborales en una empresa de galletas.
Cuando llegué al piso me senté en el sofá y encendí la tele abatida. Puse la MTV y vi el videoclip de Smile like you mean it de The Killers. Y mientras dejaba el mando en el sillón vi como se deslizaba por mi brazo la pulsera de Pandora que en esa mismo salón Robert me había regalado 17 días antes.

“Dibujé una enorme sonrisa e inmediatamente después deslicé mis dedos por el interior del sobre sacando dos preciosas hojas azules con las mismas florecitas. Las desdoblé mordiéndome el labio impaciente y le mire sonriendo.
-¿Preparado?- Cerró los ojos mientras asentía.
-Venga, léelas de una vez. No alargues más la tortura. – Solté una carcajada y dirigí la mirada hacia las hojas. Suspirando emocionada comencé a leer:

Bueno…¡Feliz cumpleaños!... otra vez.
Espero de verdad que hayas disfrutado de mi compañía casi la mitad que, seguro, yo he disfrutado de la tuya en un día tan especial para ti. Y… que te guste el champagne.

Me reí y le miré. Observaba las hojas colorado, jugueteando con un mechón de mi pelo y recostado en mi hombro derecho.
-Me ha encantado el champagne. – Me devolvió una de sus tímidas sonrisas.

He de decir que me doy asco a mi mismo comprando entradas para el peor equipo de Londres – Puse los ojos en blanco. – pero estoy seguro que te van a encantar. Probablemente más que el otro regalo.
Pero Rachel dijo que era algo que te hacia mucha ilusión y a mí me la hace el poder regalarte algo que tiene significado para los dos.
Cada cuenta representa un día que hemos pasado juntos y quiero que sepas que han sido los mejores 8 días de mi vida desde hace mucho, demasiado, tiempo.
Puede sonarte ridículo, porque 8 días son poco más de una semana. Quizás ahora mismo quieras dejar de leer, cambiarte de apartamento o volverte a España para que el puto loco que escribe esto no pueda acosarte más. Pero era algo que necesitaba decirte.
Para mí significas más que cualquier otra tía que he conocido en los últimos cuatro años.
Significas unas manos entrelazas, una sacudida de manos, el cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo cuando te abracé al conocerte. Significas el aire que abandonó mis pulmones mientras te sentabas encima de mi regazo y nuestros labios se juntaban por primera vez en mi coche. Significas la diversión que me invadió cuando accediste a jugar conmigo al Yo nunca, nunca, el hacerme sentirme como un crío junto a ti. (Sí es un dado…No hay ninguna cuenta que represente juegos alcohólicos. Lo siento.)

Sonreí expulsando aire por la nariz.
-¿Piensas decir algo en algún momento? – Le miré confusa.
-¿Quieres que te radie mis pensamientos más profundos?
-Bueno, yo los he plasmado en unas putas hojas de papel… con florecitas. Lo que es bastante humillante. – Solté una carcajada divertida.
-No es humillante, es muuuy bonito. – Acerqué mi cara a la suya y contemplando sus labios por un momento, recorrí la distancia que los separaba de los míos.

Significas la sensación de admiración que sentí cuando me dejaste un rato de intimidad en tu propia habitación en nuestra primera mañana juntos, y cuando salí y vi toda la ropa ordenada, y la camiseta limpia de Chris. Aunque ésta sea una mariconada con un corazón y babero.

Miré la bolita en cuestión riendo.
-Es una monada, un poco gay pero… - Me encogí de hombros. – Creo que voy a pedirle la camiseta a Sandra y te la voy a regalar. Chris no la va a usar, seguro que ni se acuerda de ella, y ya que yo voy a tener una cuenta cursi para recordármelo tú podías tener la camiseta. – Asintió sonriendo mientras sus brazos acariciaban mi espalda hasta enredarse en mi cintura, agarrándome con fuerza.
-Me encantaría tenerla.

Significas el deseo que una canción hizo que se apoderara de mi cuerpo. La necesidad de sentirte y de que fueras lo único que mi cuerpo requería. Significas una jodida nota musical.
Y una pelota de fútbol. El poder experimentar tanta emoción y al segundo una enorme decepción. Todo lo que un tío desea es que a la chica le guste el fútbol… y ahí estabas tú impaciente por ver el derby…Pero tenías que ser del Chelsea.
Significas el alivio que mi cuerpo encontró después de estar más de una hora tiritando de frío en tu portal. El calor que esperaba encontrar en una taza de té. La satisfacción de encontrarlo en tus brazos.
Significas cada rubor en mis mejillas cada vez que me miras, cada vez que me tocas. Significas también la determinación para actuar y olvidarme de la vergüenza. El regalo como vía de escape a una de las situaciones más embarazosas de toda mi vida. Y soy Edward Cullen, créeme me han pasado cosas realmente avergonzantes en mi vida.
Significas demasiado para mí, pequeña. Ya no hay vuelta atrás.
Bueno…pues… realmente espero que tú sientas lo mismo.
Un beso
Robert

Volví a doblar las hojas emocionada. Me giré para mirarle y sonreía avergonzado.
-Claro que siento lo mismo. - Le besé despacio, saboreando sus suaves labios, respirando el aire que espiraban de ellos. Formando una esplendida sonrisa en su boca. Me di la vuelta en sus brazos dejando descansar mi cabeza en su pecho.
-También he puesto el signo de Aries. Representa este día. – Sonreí con los ojos cerrados, y asentí. "

Mantuve mis ojos cerrados sentada en el sofá cuando el timbre sonó. Al abrir la puerta Rob me esperaba con su perfecta sonrisa torcida. Sostuve la puerta abierta hasta que entró.
-He traído hamburguesas del McDonlals. – Arrugó la nariz y la frente, esperando mi consentimiento.
-Me alegro, porque no me apetece nada cocinar. – Ni comer, ya puestos ni siquiera respirar. No quería hacer nada que no fuese aprovechar el poco tiempo que me quedaba con la persona que más deseaba. Formé una sonrisa de cortesía y me di la vuelta cogiendo con mi mano izquierda las bolsitas de papel con nuestra comida.
Instantáneamente después noté unas fuertes manos amoldarse a mi cintura, atrayéndome a su cuerpo. Sentí su calido aliento en mi nuca, y sus suaves labios recorrer mi tembloroso cuello. Subió sus manos por mis brazos. Agarró mi delicada muñeca, recorriendo mi mano derecha con sus dedos, dibujando delicados círculos alrededor de la pequeña gasa adhesiva que tapaba mi ya casi recuperada herida, y se la acercó a su boca, depositando un suave y cariñoso beso justo en el centro de mi mano.
Sonreí feliz, cerrando los ojos y disfrutando de los mejores momentos de mi vida. Hasta que la cruda realidad me golpeó en el pecho.
-Venga, vamos a comer. – La voz de Rob en mi oído marcó el comienzo de nuestra actuación para el resto del día. Como si nada pasara.