sábado, 23 de enero de 2010

Capitulo 17: Pase lo que pase, haz que cuando lo recuerdes sea perfecto

Muchas gracias a todas las que leis el fic por dedicarle tiempo y por los comentarios. Sois las mejores.
Y...no me odies por este.


Me mire en el espejo con mi nuevo vestido. Había ido de compras para poder ponerme algo especial esa noche. Si iba a ser la última en la que le iba a ver por lo menos que estuviese guapa.
Pero, ahí estaba parada frente al espejo y, aunque el vestido era realmente mono, yo me veía de todo menos guapa. Claro que el gesto de samurai apunto de hacerse el harakiri no ayudaba mucho.
Desde que había ido al trabajo y me había despedido de Rob la sensación de ansiedad era sencillamente insoportable. Y ni siquiera había sido una despedida, sólo un “hasta luego”, sin embargo, había resultado tan premonitorio que los torpes latidos que mi encogido corazón lograba bombear resonaban con fuerza en mis sienes. En esos momentos dolía demasiado respirar.
Me había olvidado casi por completo de todo esto a la hora de comer, después en sus brazos, descansando en el sofá. El nerviosismo se mitigaba al sentir su cuerpo, al percibir su aroma. Su presencia me tranquilizaba.
Había sentido la necesidad de preguntarle sobre el tema. Pero estaba segura que eso sólo estropearía las cosas anticipadamente. Poniéndole en la incomoda situación de tener que apartarme de su vida antes de tiempo. Decirme: “Mira, pequeña, ha estado bien. Muy bien. Pero yo tengo una vida ahí fuera y…tú sobras.”Me había repetido esas palabras una y otra vez en cada momento que mi mente amenazaba con realizar la pregunta. Ya que de alguna manera mi estupido cerebro creía que tenia algún tipo de derecho a hacerlo. Él había estado conmigo todo este tiempo. Había dejado claro que para él no era algo pasajero. Pero obviamente lo era. ¿Cómo si no todavía no había sacado el asunto a relucir?. Estaba claro que para él era tan evidente que ni siquiera había necesidad de decirlo en voz alta.
Pertenecíamos a mundos completamente distintos. No sé a quien pretendía engañar, pero por muy “aspirante a actriz” que fuese, éste no era mi sitio. Él era…él, y yo…yo. Y no había nada más que hablar. Ni nada que yo pudiese hacer.
Así que al ritmo de It ends tonight intenté arreglar mi cara con algo de maquillaje. Pero después de una desesperada media hora tratando de cambiar mi expresión facial con mil sombras y efectos de eyeliner diferentes y viéndome exactamente igual que al principio tiré mi neceser frustrada al suelo. Total, daba igual cuanto me arreglara, lo iba a perder igualmente.
Me pasé la mano por la frente agotada, y la noche ni siquiera había empezado. Suspiré profundamente, cogí mi chaqueta del armario y salí de la habitación.
Sandra estaba en el salón repasando su caso del día siguiente.
-Wow. ¡Cachonda!, ¿tienes planes para esta noche?. – Me reí, por primera vez en toda la tarde, de verdad.
-Venga no mientas, que estoy horrible. – Me dejé caer sobre el sofá desalentada.
-Hombre…¿es necesario que parezca que no defecas desde que naciste?. – Solté una carcajada mientras apoyaba la cabeza en las palmas de mis manos. – En serio, ¿no puedes sonreír un poco?. – Me le quede mirando ensombreciendo el gesto. Negué con la cabeza.
Y justo en ese preciso momento en el que mis ojos empezaban a empañarse, y los sentimientos de angustia que llevaba tanto tiempo reprimiendo amenazaban con mostrarse, el timbré sonó. Y forzando una sonrisa, junté mis manos y me mordí el nudillo de mi pulgar izquierdo.
-Me tengo que ir. – Canturreé mientras me ponía en pie y cogía mi bolso. Sandra me sonrió inquisitoriamente, pero dejándolo pasar. Me conocía demasiado bien.
-Pásalo genial, ¿ok?. – Le sonreí más abiertamente mostrando mis dientes. – Y… esta noche dormiré con el ipod puesto. Pensaba ir a casa de Chris pero…tengo el juicio mañana y está como a hora y tres cuartos de su apartamento y…
-Lo entiendo, S. Gracias. – Hizo un gesto afirmativo con la cabeza levantándose y viniendo hacia mí con los brazos estirados.
-En serio, disfrútala. Pase lo que pase, haz que cuando lo recuerdes sea perfecto. – La abracé mordiéndome el labio. Intentando con todas mis fuerzas contener toda la mierda que me estaba consumiendo.
El timbre volvió a sonar con más intensidad.
-¡OH DIOS, YA VOY RACHEL! – Grité enfurecida. Sandra se apartó de mí con los ojos desorbitados, asustada. Dibujé una sonrisa nerviosa. – Creo…que debería irme ya.
Mientras esperaba el ascensor volví a oír el telefonillo timbrar otra vez a lo lejos. Solté una carcajada negando con la cabeza.
Al salir a la calle Rachel estaba dando saltitos para calentarse. Y cuando me vio resopló con alivio.
-Joder, Yankee, que me estoy quedando pajarillo. Además el taxi está esperando el la puta calle de al lado. A saber si no se ha ido ya aburrido.
-¿Taxi?, pensaba que íbamos a ir en tu coche. – Comenzamos a andar en dirección a la calle en donde el taxista estaba parado.
-Sí, pero esta noche va a ser ¡épica!. – Con épica Rachel solía referirse a una melopea memorable. Pegó un saltó mientras que giraba hacia mí emocionada.
-Todas las noches son épicas para ti, Rach. – Me sacó la lengua al tiempo que seguía danzando hasta el coche y se perdía dentro.

En el camino tuvimos que parar en el apartamento de Tom para recogerlo.
-Buenas noches, señoritas. – Cuando entró ya estaba partiéndose el culo. Se sentó y dejó, como quien no quiere la cosa, una bolsa de papel encima de sus rodillas. No nos miro ni dijo nada. Rachel y yo nos miramos enarcando las cejas…pero ninguna de las dos le preguntó por el contenido de la bolsa. El taxi arrancó y cuando Tom no pudo contenerse más lo soltó.
-He traído sombreros de vaqueros. – Se volvió hacia nosotras balanceándose sobre el asiento con una amplia sonrisa.
-Genial, Tom, genial. – Rachel pasó su mano por el pelo de Tom con indiferencia.
No tardamos mucho en llegar hasta el O. Yo bajé la primera del coche y la verdad es que el vestido que llevaba era bastante corto, así que se me subió y Tom obtuvo una magnifica vista de mi trasero.
-Umm bonito culo, Yankee. – Me di la vuelta con un gesto de pocos amigos mientras llevaba mis manos a mi culo, arrugando el vestido. Rachel le dio un codazo a Tom, quien se dobló hacia atrás dolorido. – Auuu. Deberías estar orgullosa de que sepa apreciar la belleza femenina, nena. – Tom puso una cara lasciva trazando con su mano abierta la silueta del cuerpo de Rachel. Ella le sonrió provocativamente y se fundieron en un apasionado beso del que preferi no ser testigo.
Me di la vuelta y entré en el O. Me acerqué hasta las escaleras y me asomé un poco. No había prácticamente nadie. Sólo Taylor y Marion que tomaban una copa de vino acaramelados en la barra.
A pesar de que yo misma había ayudado a decorar el local, esa mañana no me había parado a ver en como estaba quedando. Parecía otro sitio por completo, todos los sofás estaban arrinconados en un lado de la sala, y las mesitas habían sido bajadas al sótano.
Ahora parecía la fiesta de cumpleaños de una quinceañera sobrehormonada adicta a Crepúsculo y, en especial, a su atractivo vampiro protagonista. No pude evitar romper a reír.
-Hey, ¿de qué te ríes?. – Umm, una dulce voz con el mejor acento británico de la historia, preguntó en mis oídos. Mientras unas robustas manos se amoldaban a mi cintura. Eché mi cabeza hacia atrás para que sus labios accediesen con más facilidad a mi cuello, y sonreí abiertamente al sentir su aliento en mi piel.
-¡Joder!, id a un hotel. – Me giré para ver a Rachel, atónita. Tom y Robert empezaron a bajar las escaleras entre risas.
-¡Oh, venga!. Tenéis que estar de coña. – Rob acaba de ver el “tema” de la fiesta.
Nosotras les seguimos detrás.
-¿En serio?, te atreves a decir eso cuando acabas de practicar sexo, figuradamente, espero, en la mismísima puerta del O. – Entrecerró los ojos maliciosamente, negando con la cabeza.
-No tienes vergüenza, de verdad… - Solté una risa ahogada. Esta tía era increíble.

La noche fue realmente divertida, Tom y Rob estaban más tontos que nunca. Todos sus amigos estaban ahí y eran completamente imbeciles cuando se juntaban todos. Por fin pude conocer a Bobby Long, que había estado todo este tiempo ocupado en una gira europea. Un encanto como todos, y tan borracho e idiota como esperaba que fuese, teniendo en cuenta los antecedentes.
Y a pesar de que todos los allí presentes detestábamos que Robert tuviese que irse, excepto quizás Tom que había mostrado demasiado entusiasmo en ir a visitarlo varias veces a U.S.A, la fiesta no decayó ni un momento. Y la verdad es que los gorros de vaqueros ayudaron bastante a la diversión, y también a que yo disfrutara de esa fiesta sin nudos en la garganta, olvidando, por un rato, la ansiedad que se había apoderado de mi cuerpo en las últimas horas.

PVRob
Fui a la barra a por un par de cervezas y Rachel me interceptó por el camino montándose en mi espalda.
-Así que te nos marchas otra vez, ¿eh? – Susurró a mi oído apenada. Se bajó de un salto y me abrazó.
-Eso parece. Hay un vuelo para Los Angeles con mi nombre. Nadie me ha dicho nada pero se pillar una indirecta. – Sonrió torciendo la boca.
-¡Por dios!, pero por lo menos no tardes otros 7 meses en volver. – Desorbitó los ojos agitando las manos.
-Lo intentaré. – Dije riendo, aunque no fuese nada divertido. – Lo intentaré. Esto es muy duro. Va a ser muy jodido. El rodaje va a ser largo de cojones. Aunque vaya a ser seguido…son dos películas. – Puse los ojos en blanco agobiado. – Así que imaginate. – Bufé, mareado. Jamás había tenido tan pocas ganas de volver a Estados Unidos, y normalmente tenía tantas como de que me depilaran las pelotas. No sabía por qué.
-¿Y qué va a pasar con Carla?. – Vale, sí sabía por qué. Gracias Rachel por recordármelo. Esa, obviamente, era la principal razón. Negué con la cabeza poniendo una mueca de dolor.
-No lo sé, aun no lo hemos hablado.
-¿Que aun no lo habéis hablado?. Y ¿a qué coño esperáis?. – Gritó dándome un empujón, que, para ser sinceros, casi hace que me caiga al suelo.
-No sé. No ha surgido el tema. – Me miro incrédula y bastante cabreada. – Bueno, sí ha surgido el tema. No para de surgir, de hecho, pero hemos preferido evitarlo. No…lo hemos hablado. No sabía… no sé cómo preguntarle qué coño quiere hacer.
-¿Qué coño quieres hacer tú?.
-¿Yo?. No irme. Quedarme en Londres para siempre. – Elevó las cejas perdiendo la paciencia. - ¡Joder!. Yo…yo quiero que sigamos con esto. Claro que quiero, pero es más complicado. No sé cuando volveré y bueno, ella no soporta las relaciones a distancia. Esa fue la razón por la que rompió con su ex al venirse aquí. Y eso es una jodida broma comparado con esto. Ya no es sólo que vayamos a estar a miles de kilómetros. Está la puta prensa. Imaginate con las tías que me liaran, y las nuevas compañeras de reparto a las que me follaré. Y por no hablar de Kristen…puede que por fin adoptemos un negrito senegales. ¿Crees que aunque siquiera quisiese darle una oportunidad a esto iba a soportar la mierda en la que vivo?. No ha visto nada y sé que está aterrorizada. Londres es el paraíso. LA es una…
-¡Hey!, ¡relájate!. Respira. ¡Jesús!, vas a petarme la cabeza. Tu vida da asco y de verdad. – Espiró con la boca cerrada.- Vas a explotar. Tienes que hablar con ella. Tienes miedo y es normal, porque…¡coño! ¿quién va a querer estar contigo con todo esto?. – Soltó una carcajada y yo le fulminé con la mirada. Nada de esto tenía una puta pizca de gracia. – Vale, lo siento. Era broma. Muy desafortunadas sí, pero muy inocente. – Agachó la mirada a punto de llorar. E inevitablemente me empecé a reír. Era una autentica puta. Ella me miró con una ancha sonrisa meneando la cabeza al compás de la música. – Quiero decir que…Necesitas hablar con ella, Rob. Deja de pensar en lo que ella pensará. Tienes que preguntárselo y saber exactamente que es lo que pasa por su cabeza. Realmente le gustas. Y estoy segura que aunque flipara con todo lo que os espera querrá intentarlo. – Sonreí al pensarlo. Nada me hacia más feliz que pasar tiempo con ella. Conseguía que me evadiese por completo de toda la presión que me rodeaba. La necesitaba para no anudarme una cuerda al cuello y colgarme de la triste bombilla de un cutre hotel. Eso teniendo en cuenta que aguantase mi peso, porque había engordado un po…- Te mereces ser feliz y olvidarte de toda la puta mierda en la que vives. No puedes dejar que todo esto te joda la vida. Llevas cuatro años acojonado, reprimido. Y ahora que por fin has encontrado a alguien, aunque pobre desgraciada, con la que quieres compartir toda esta locura, no puedes dejarla escapar. Así que más te vale que mañana no hable con Carla y me diga que no has tenido los cojones ni siquiera de expresar lo que sientes por miedo a que tu mierda de vida la espante. – Cabeceé elevando la mirada a ninguna parte. Asintiendo y pasándome las manos por el pelo desesperadamente. Rachel tenía toda la razon. Lo único que tenía era pánico a que Carla saliese corriendo, pero me iba a separar de ella de todas maneras, así que no perdía nada intentándolo.
Me di la vuelta mientras Rachel se entretenía abriendo una de las neveras. Y vi a Carla bailando y riendo con Tom.
Quise ir hasta ella y hablar del tema, en ese preciso momento, como llevaba haciéndolo todos y cada uno de los días que había pasado con ella. Todos y cada uno de los días que me iba enamorando perdidamente de ella. Porque ya no tenía ninguna duda: estaba incondicional y irrevocablemente enamorado. Sonreí al escuchar mis propios pensamientos mientras me acercaba a ELLA. Pero las ganas y los deseos de sacar el asunto se quedaron en mi pecho, torturando y golpeándome sin clemencia. Fingí una sonrisa como llevaba haciendo todo el día y le di un beso en la frente mientras la abrazaba.

PVCarla
Después de que todos se despidieran de él, Rob y yo nos montamos en el mismo taxi y nos dirigimos a mi piso.
En el trayecto mientras en la radio sonaba Don’t forget me me recosté en su hombro, él me abrazó con fuerza y acarició mi cabello con sus labios. Iba a aprovechar al máximo del poco tiempo que me quedaba a su lado, tal como había dicho Sandra, y él no parecía que fuese a poner mucha oposición.
Esperando el ascensor, empezó a hacerse tangible la desesperación del momento. Todo lo que habíamos estado reprimiendo durante toda la noche, el hacer como que no pasaba absolutamente nada nos encontró de bruces en el portal.
Nos miramos a los ojos sin terciar palabra. Notando como el aire se escapaba de nuestros pulmones demasiado deprisa.
Al llegar a mi casa. En la entrada, acerqué mi mano a la suya sin mirarle a los ojos, la tomé y tiré de él hacia la habitación. Tras cerrar la puerta de mi dormitorio nuestros cuerpos se acercaron en la oscuridad, despacio, sin contacto visual. El ritmo de nuestra respiración se aceleró y nuestras cabezas se buscaron entre jadeos. Nuestros labios se juntaron con violencia. Mis manos fueron a parar a su nuca y las suyas a mis caderas apretándome a él. Deslicé mis manos por sus brazos, bajando con ellas su camisa de cuadros. Agarré su camiseta en el comienzo de su culo y tiré de ella hacia arriba, cogiendo aire al separarnos momentáneamente. Paseé mis manos por su torso desnudo perdiendo el control por completo de mi respiración. Le atraje hacia la cama sin separar nuestras bocas. Y me dejé caer sobre ella mientras Rob se ponía de rodillas encima mía y se agachaba para seguir devorándome.
Me quitó el vestido sin reparar en sus delicadas costuras y bajó mis medias y mi tanga a la vez. Comenzó a recorrer mi cuerpo desnudo con sus ansiosos besos, haciendo que me retorciese con cada contacto. Me incorporé un poco y me deshice de sus pantalones, volvió a pegar sus labios a los míos y él mismo acabó de desnudarse. Se colocó sobre mí sin cautela, y mis piernas le abrazaron instintivamente.
En el auge del momento se introdujo en mí y los dos aguantamos la respiración hasta que salió despacio para volverme a penetrarme con más fuerza. Gemimos en silencio, resoplando en nuestras bocas.
La urgencia del tiempo escapándose entre nuestras manos nos impedía implorar por el final, pero inexcusablemente los movimientos fueron incrementando su ritmo, llagándonos cada vez más lejos entre el dolor y la lujuria.
Sus brazos me retuvieron entre él durante todo el rato, nuestros labios apenas se separaron unos segundos, y mis piernas no dejaron que hubiese ni un milímetro entre nosotros. Nuestros cuerpos se fundieron imposiblemente más en cada embestida haciéndonos una sola persona.
E irremediablemente nuestro instinto irracional nos avecinó a la llegada inminente del fin. Mis piernas empezaron a temblar sin control. Él estaba ya tremendamente duro, podía notarlo en todo su esplendor en mi interior, desbocando el ritmo de sus embestidas. Empecé a morder su hombro intentado amortiguar los gritos de placer, Rob hundió su cabeza en la almohada gruñendo mientras los dos explotamos. Sentí como me llenaba de calor, y como me quemaban las muñecas por donde Rob me estaba agarrando. Estaba segura que eso me dejo marca como mis dientes en su piel, pero no tuve ni tiempo ni ganas de comprobarlo.
Lo hicimos teniendo en cuenta que esa sería nuestra última vez.
Y después se abrazó a mí con todas sus fuerzas. Espirando violentamente. Acariciando mi espalda y mis brazos ansioso. Agitado y nervioso. Yo sólo podía dedicar mi tiempo a olerle. A disfrutar de su aroma lo máximo posible antes de perderlo. A memorizarlo a la perfección.
-Me voy mañana. – Murmuró muy bajo con la voz quebrada.
-Lo sé. – Contesté impasible. Aguardamos un rato en silencio hasta que él volvió a romperlo.
-Así que esto. Lo nuestro… - Se interrumpió. No podía decírmelo, no se atrevía a partirme el corazón en mil pedazos aunque fuera a hacerlo de todas formas.
-¿Se acabó?. – Inquirí sacando fuerzas de donde no las tenías. Sin voz, rajándome la piel con cada letra. Tragó con fuerza deliberando unos segundos.
-Sí, supongo. – Claro. No podía ser de otra manera. Asentí, mientras mis ojos se humedecían. Coloqué mi cara en su cuello, respirándole, respirando su esencia, mi Robandrostadienona. Él siguió acariciándome, recorriendo con sus manos mi cuerpo desnudo, apretándome contra él, besando mi cabeza repetidamente. Las lágrimas comenzaron a desbordarse en mis ojos. Intenté que no contactaran con su piel borrándolas constantemente con mis dedos.
No dormí en toda la noche. Y en ningún momento sentí como su respiración se acompasaba y se tranquilizaba como normalmente hacía. No paro de menear sus manos por mi espalda, ni relajó un segundo la fuerza de su abrazo. Solamente dejamos que el tiempo se nos agotara.
Y se agotó. A las ocho en punto de la mañana sonó su despertador. Y con un profundo y doloroso suspiro nos separamos y nos incorporamos.
Se destapó y se sentó en la esquina de la cama, recogiendo su ropa y vistiéndose, mientras yo descansaba en mi parte del colchón sin poder apartar la mirada del suelo de mi habitación.
Ni se duchó, ni desayunó ese día. Tampoco me miró en el cuarto hora que tardó en llegar hasta la puerta de mi piso.
Le seguí por el pasillo sin decir una palabra hasta que se paró en la entrada, frente a la puerta. Entonces se dio la vuelta y pude notar sus ojos clavándose en mí aunque yo no estuviese mirándole. Levanté la mirada para encontrarme con la suya. Mis ojos estaban empapados en lágrimas que en ningún momento llegaron a derramarse delante de él . Nos observamos durante unos minutos sin decir absolutamente nada, mientras en mis retinas se quedaba grabado el color exacto de sus iris.
-Bueno…Cuídate, por favor. – Asentí mordiéndome un labio.
-Y tú. Mucha suerte por las Américas.
-Y tú con la película y…los exámenes. – Agregó haciendo también un gesto afirmativo con la cabeza. Volvimos a quedarnos en silencio, sólo mirándonos, hasta que su cabeza se acercó a la mía violentamente. Y cuando la tensión se hizo insoportable me agarró por la nuca, presionando mis mejillas con sus grandes manos. Juntando sus labios a los míos desesperadamente. Se exploraron con ansia por última vez mientras mis manos se perdían en su cabello. Alborotándolo y reteniendo la sensación de su contacto con mi piel. Respirando entre besos en su boca. Aferrándome a él vigorosamente. Pero sus labios dejaron los míos, y sus manos me soltaron cayendo vacías en el aire.
Me quedé inmóvil, en mi sitio con los ojos cerrados y la mandíbula apretada hasta que oí la puerta cerrarse y rompí a llorar.
Escondí la cara en mis manos entre sollozos, mientras mi piel se empapaba en llanto.
Y cuando tuve la suficiente fuerza para moverme. Sorbí mis lágrimas y me dirigí a la nevera. Saqué un six pack de cerveza y automáticamente fui hacia mi habitación. Cerré la puerta de un portazo, cogí mi ordenador, me senté en la cama y abrí Remember Me.
Lloré y bebí, bebí y llore desconsoladamente durante toda la película. Cuando acabó y los ojos me pesaban tanto que ya apenas podía mantenerlos abiertos, me tumbé en la cama inerte.
Siempre había creído que los finales trágicos eran los más bonitos, y puede que también los más reales.

8 comentarios:

  1. buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, jooooooo pobriños mios T_T... que penita me ha dado jo. bueno, supongo que habra reencuentro jejejej

    ademas, sale bobbyyyyyyy ainssss

    un besito sevee!!

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  2. ERES UNA ZORRONA TIAAAAAAAAAAAAA

    no me puedes hacer esto..

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  3. uffff me has hecho llorar tia pero no te odio!
    Besotes

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  4. PERO TIIAAA!!! COMO NOS HACES ESTOOO??? y encima con esa cancion...madre mia ke llorera....ke penaaa joooo.....espero ke se reencuentren prontito, ke esto es muuu tisssteeee
    un besito y hasta el proximo capi

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  5. Jooooooooder ¬¬ no creia que era tab triste :'( xq seve?? ..........xq??....

    QUIERO REENCUENTROOOOOOOOOO!!!!

    Muaaaaaaaaaaaaaa cosita!!!

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  6. T___T me he deprimido horrible... yo no hubiera soportado huaaaaa... quiero reencuentro urgente!!!

    un beso Seve escribes excelente!

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  7. ya está ... me lo he leído de tirón, que historia tan estupenda, lo haces fenomenal ¿donde hay más?

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  8. lo he leido de corridoo! esta incre
    tu historia!! este es el final?¿
    si si espero q pongas la continuacion!!
    esta muuy triste el final!
    bsos y felicidades por la historia! =)

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