sábado, 24 de octubre de 2009

Capitulo 12: Iba a doler mucho

No sé si había perdido la conciencia durante unos minutos intentando recuperar el ritmo cardiaco en sus brazos o simplemente había sucumbido al sueño por unas horas, pero me desperté apoyada en su cuello, mientras me abrazaba con su acompasada respiración. Le respiré, inhalando intensamente toda su esencia, sonreí con los ojos pesados, y me intenté incorporar, sólo un poco para poder admirarlo. Tenía los labios apretados parte contra la almohada y parte contra el colchón, lo que hacía que se le abrieran minimamente. Una de sus manos descansaba sobre su cabeza en el almohadón y la otra en mi cintura, tranquila pero segura a mi alrededor. Su mandíbula estaba tan relajada que le daba una actitud mucho más infantil.
Me senté en la cama deslizando su brazo por mi cuerpo con cuidado, descansándolo en mis caderas, e intentando mantener mi cuerpo bajo las sabanas. El movimiento que pretendía ser sutil e imperceptible, fracasó e hizo que Robert se despertara algo sobresaltado. Abrió los ojos apretando su brazo a mi alrededor, pero descansando su cuerpo en cuanto me vio. Cerró los ojos con fuerza y los volvió a abrir para dedicarme una de sus sonrisas medio adormilado. Yo le respondí abiertamente.
-¿Qué hora es? – Preguntó estirándose y sentándose a mi lado en la cama. Paso un brazo por detrás de mi espalda acariciando mi brazo.
-Ni idea. – El se giró para echar un vistazo al reloj de mi mesilla.
-Las cuatro menos veinte. – Estiró su cuello mientras atraía mi cuerpo hacia el suyo y colocaba con cuidado mi cabeza en su pecho, volviéndome hacia él.
Suspiré satisfechamente mientras él acariciaba mi cuello, deslizando sus dos manos por detrás de mi oreja y volvía a la nuca, despacio y suavemente.
Así permanecimos unos minutos, en silencio, desnudos, abrigados únicamente por la ropa de cama y el propio calor de nuestros cuerpos, disfrutando del momento.
-Ya has hablado con Rachel, ¿no?.- Asentí en su pecho, con los ojos cerrados, todavía recibiendo sus caricias. – Yo también, y con Tom.
-¿El qué dice?- Pregunté, expulsando el aire sobre su piel, haciendo que se estremeciera. Acaricié su torso con cuidado.
-Lo mismo que ella. Están los dos atontados, en serio, parecen gilipollas. No sé como coño no lo he visto antes. Y están tan acojonados…Joder, es que a él nunca le había visto tan encoñado con una tía. Vale, lo entiendo, por que es Rachel, y como le haga daño yo mismo le arrancaré uno a uno los pelos de las pelotas, si llego antes que Rach, claro. Pero no va a ser capaz de hacerlo. La quiere demasiado, no como la mierda esta que están sintiendo y eso, – Aunque su cara estaba completamente fuera de mi campo visual, pude ver con claridad la cara de escepticismo que acababa de poner. – si no también como amiga, joder si es como una hermana…- Agitó la cabeza en señal de disconformidad. – Lo peor es que me van a rayar a mí con todo esto. ¡Joder!, que se decidan y luego me lo cuenten.
Sonreí. Era genial como esta situación nos volvía locos a todos. Yo misma esperaba que todo esto acabara, ya no bien, simplemente que acabara. Bueno no, y también que fuera un final feliz, ya no sólo por Rachel, a la que adoraba, si no además por Tom, porque sabía que era un tío cojonudo. Robert y yo suspiramos profundamente a la vez.
Me quedé recostada en su pecho, en silencio, por un rato. Hasta que él volvió a romperlo.
-¿Por qué tú sabes todo de mis amigos y yo nada de los tuyos? – Preguntó algo cabreado al darse cuenta de la “gran injusticia” que se estaba cometiendo. Giré mis ojos hacia arriba mientras fruncía las cejas.
-Porque…¿tú no los conoces?.
-Bueno…pero no sé, podrías contarme algo. –Hizo una pausa. – Como…si tienes novio.- Lo dijo en voz muy baja, pero pude oírlo perfectamente. Vale, a si que todo esto era para preguntar esa gilipollez. El apartó la mirada de mi cara mientras las palabras salían de su boca, visiblemente avergonzado. Yo simplemente abrí la boca, alucinada. Luego me reí.
-Venga. No puedo creer que me estés preguntando eso. ¿Tú qué crees?.-Sacudí la cabeza.
-No sé…espero que no.- Se atrevió a mirarme de nuevo, arrugando la nariz, arrepentido.
-Pues no, claro que no. – Dije tajante y ofendida.
-Vale, lo siento. Me alegro, la verdad. – Dibujo su media sonrisa, la tímida, intentando dejarlo pasar. Y yo obviamente se la devolví sin quererlo, era imposible evitarlo.
-Y tú, ¿tienes novia?. – Era mi turno de hacer la pregunta estupida del día. Ahora el ofendido era él, después se volvió ridículamente divertido.
-¿Crees que si tuviera novia el mundo entero no sabría ya hasta el número de pecas que la pobre desgraciada tendría en su pierna derecha? – Me reí encogiendo los hombros. Pobre desgraciada, sí. – Aun no me creo que no haya salido ni una foto de ti. –Negó con la cabeza mientras jugueteaba con mi pelo, todavía manteniendo la sonrisa en su cara. La mía se borró instantáneamente. La posibilidad si quiera de que pudiera haber una foto mía relacionada con Robert Pattinson era más que aterradora. Ya me imaginaba a mis pecas del brazo izquierdo siendo contadas. Todo el mundo, literalmente, iba hablar sobre ella, y sobre mí. Forcé una sonrisa cuando me di cuenta de que él me miraba y yo seguramente tenía cara de estreñida. Siguió sonriendo, ahora algo incomodo.
-Lo que quería decir antes es que…habrás tenido novios, ¿no?. En tu país. Quiero decir que… no sé, toda mi vida está documentada en Internet, y no sé porque pero tengo la extraña sensación de que has echado una ojeda. – Puse los ojos en blanco paseándolos por las cuencas en círculos, haciendo como que la cosa no iba conmigo. El soltó una carcajada. – Y creo que sería justo que yo supiera algo más de ti. – Le miré de nuevo y sonreía expectante. Odiaba la justicia…Pero sí, era justo. De hecho cortarme un brazo y entregárselo como sacrificio era más justo todavía. Ser su sierva por el resto de mis días incluso más. Complacer a esa cara con absolutamente todo lo que necesitara debería ser una obligación, una ley, un mandamiento. Suspirando profundamente le conté todo lo que quiso.
- Rompí con mi último novio al venir a Londres.
-¿Por qué?
-Bueno, las relaciones a distancia no son lo mío. No es lo mejor, ya sabes. La confianza, la falta de ella. El no estar seguro al cien por cien. Yo no podría aguantar el no saber si él sigue fiel o no.
-Para eso está la confianza incondicional que se supone tiene que tener una pareja, ¿no?.
-Sí, supongo. Pero una cosa es confiar y otra que la persona en la que confías sea confiable. No sirve de nada si crees ciegamente en alguien que pierde el culo por liarse con la primera tía que se le pone a tiro. – Me miro entornando los ojos, pensativo. Después asintió despacio. Seguimos en silencio, él acariciando mi pelo y yo su torso desnudo.
Descansé de nuevo mi cabeza en su pecho y él paso sus brazos alrededor de mi cintura, yo coloqué los míos en sus hombros y cerré los ojos.
Seguimos callados, con la banda sonora de nuestras respiraciones acompasándose de fondo. Relajándonos entre nuestros brazos hasta quedarnos dormidos abrazados.


PVRobert
Me desperté echando de menos algo entre mis brazos, mejor dicho, a alguien. Me incorporé buscándola, y la pude ver en una esquina, acurrucada sobre el colchón, en posición fetal.
Acerqué mi cuerpo hacia ella para poder contemplarla mejor.
Tenía el pelo revuelto por la cara, pero aun así podía observarla perfectamente. Y era preciosa. Ya no me cabía ninguna duda: me estaba gustando demasiado. Pasaba el día pensando en ella, en los momentos a su lado y en el tiempo que quedaba para verla. Y Rachel lo sabía. Me miraba con esa cara suya de “ayy que mono que se nos está enamorando”.
¿Enamorando?
¿Enamorado? Venga hombre. Sólo la conocía de una semana. Pero hacia tres años que no sentía nada ni la mitad de especial, y no porque no hubiera tenido la oportunidad de conocer a tías precisamente.
Se revolvió entre las sabanas, mutilando mis absurdos pensamientos, poniéndose boca arriba.
Estaba despierta, pude notarlo por el cambio en el ritmo de su respiración. Soltó un leve y suave gemido y abrió los ojos.
Mientras se estiraba y se giraba hacía mí, encontró mi mirada y sonrió.
-Buenos días, baby. – Susurré devolviéndole la sonrisa. Acercándome más a ella y dándole un sencillo beso en los labios. Su sonrisa se amplió.
-Buenas.- Se incorporó buscando algo por la habitación. Hasta que sus ojos se posaron sobre mi camisa esparcida por la mesilla de noche de su lado. Me miro mordiéndose el labio inferior sonriendo. Se dio la vuelta y la cogió. Introduciendo sus brazos por las mangas, y abrochándose los botones. – ¿Te importa? – Se giro hacia mí, todavía con sus dientes en su labio. Negué con la cabeza atontado. Se levantó de la cama, andando hasta la puerta del baño. La recorrí con la mirada. No llevaba nada más debajo de la camisa. Nada. No, no me importaba en absoluto. De hecho probablemente esa camisa no volvería a lavarse, y no es que la pobre fuera a echar de menos la lavadora.
-Voy a darme una ducha, ¿ok?.- Asentí todavía sin palabras. Se dibujaban sus pechos en la holgada tela. Mi camisa le llegaba justo por encima de su entrepierna, no podía verle nada, pero ¡oh dios mío!, podía intuirlo. Por detrás dejaba ver parte de su trasero, y por supuesto también podía intuir el resto. Pase mi mano por el pelo acalorado, cerré los ojos visualizándola en la ducha. Notando como mis pulmones cogían y expulsaban aire con dificultad. Y de repente ella salio del baño riendo. Escuché la música que había puesto en la ducha, Push it. Abrí los ojos sobresaltado todavía con la imagen de ella desnuda en mi cerebro.
-Voy a coger…- Se acerco a mi lado de la cama, para coger algo de ropa interior. No sé el qué. Porque en cuanto se agachó para abrir el cajón, mi camisa se subió por su espalda quedando por encima de su culo, dejándome verlo entero, sin necesidad de intuir nada. Mis ojos se desorbitaron por completo, y se clavaron en él, sin poder moverse. El calor de todo mi cuerpo que se había elevado varios cientos de grados se concentro por completo en mi entrepierna. No pude evitarlo. Cuando se incorporo y me sonrió de la manera en que ella lo hacia. Entre fingida y emocionada. Agarré su brazo y la atraje hacia la cama. Se sentó en la esquina mientras me acercaba a ella y mis desatados labios encontraban los suyos con violencia. Apretándolos contra ellos como si me fuera la vida en ello. Pero estaban ansiosos de más. Así que se abrieron paso sin permiso, pero sin oposición. Capturando su labio superior entre los míos, pasando mi lengua por el. Y dejándola ir más allá de los límites de su boca, adentrándose en ella. Cálida y húmeda. Sacudí la cabeza. Ella parecía algo confusa, parada, dejándome seguir, pero algo tensa. Pase mis manos por sus brazos, por su espalda cariñosamente. Sentí como se relajaba y llevaba una de sus manos a mi cuello, acariciándolo desde atrás hacia mi mandíbula, paseando sus dedos por la zona.
El contacto con ella me puso todavía más frenético, y cuando se empezó animar, ya no pude parar. Agarró mi pelo con la otra mano con fuerza, atrayendo mi cara más hacia ella. Mientras sus piernas subían a la cama y se posicionaban entre mis piernas. Ella se sentó delicadamente en mis muslos, acomodándome en el cabecero de la cama. Nuestros labios se separaron y nos miramos, con nuestras respiraciones aceleradas. Sonrió dejando su cuerpo apoyarse por completo sobre el mío. Sé que notó mi ánimo, y sonreí en respuesta, pasando una mano por su mejilla, recorriendo su mandíbula. Nos volvimos a besar ansiosamente. Llenando nuestras bocas con nuestras lenguas. Volvió a agarrar mi pelo, alborotándolo con su pequeña mano. Mis brazos la agarraron fuerte por la cintura, bajando por toda su espalda, recreándose con su trasero sentado en MÍ. Empezó a balancearse mientras nos devorábamos, moviendo sus caderas en círculos en mi regazo. Iba notando como crecía y se hacía mucho más dura, y sabía que ella también lo notaba, ya que aumento el ritmo de sus balanceos conforme me animaba más.
Cuando mi erección desafiaba sin pudor la ley de la gravedad, ella fue bajando sus labios desde los míos hasta mi hombro. Mordiendo mi labio inferior, besando mi barbilla, lamiendo mi mandíbula, deslizando sus labios por mi cuello, dándole un pequeño mordisco a mi nuez, colocando suaves besos por mi clavícula, devorando mi hombro, paseando sus labios y su lengua por él. Cogió la sabana que nos separaba y levantó una pierna por encima de ella, todavía sentada., levantó un poco el trasero y se volvió a colocar en mí sin sabanas que nos separaran. Sin nada que nos separara, ambos estábamos desnudos de cintura para abajo. El sentirla, su piel calida en la mía ardiendo me volvió definitivamente loco. Necesitaba estar dentro de ella y lo necesitaba ya. Cerré los ojos disfrutando sus tortuosos besos, mientras ella seguía recreándose, poniéndose a punto. En realidad no tardó mucho, pero a mi me pareció un siglo. Se levanto un poco sobre sus espinillas colocándose en la posición adecuada, un poco más lejos de mis inglés. Separó su cabeza de mi cuello y la mía del suyo. Y mirándome fijamente a los ojos fue bajando despacio. Apoyé mis manos en sus caderas y sin apartar la mirada la ayudé a introducirme en ella. Cuando la note en la punta, mi cuerpo entero se sacudió, estaba tardando demasiado, pero no la presioné, quería ir a su ritmo. Bajo un centímetro y me introduje en su boca, noté como se tensaban sus músculos y la necesidad de sentirme completamente en su interior la precipitó a dejarse caer por completo sobre mi regazo de nuevo. Penetrándola hasta el fondo. Cerré los ojos agitado, sin aire. Y oí como ella ahogaba un grito, sin sonido, expulsando una buena cantidad de aire. Abrí los ojos mordiéndome el labio inferior con fuerza, y encontré los suyos de nuevo. Pero habían cambiado, ahora reflejaban la misma urgencia que los míos. Acercamos más nuestros cuerpos, y conforme elevaba unos centímetros mis manos de sus caderas, ella las elevaba, con nuestras caras pegadas. No me dio tiempo a volver a acompañar sus movimientos con los de mis manos porque cuando empecé a bajarlas ella ya me había introducido de nuevo por completo. Sus labios buscaron los míos ansiosos, mientras subía, y volvía a bajar, mientras cabalgaba encima de mí. Rápidamente aumentó el ritmo de los movimientos, subiendo y bajando una y otra vez. Yo estaba perdiendo la cabeza, ella llevando el control, encima de mí, tan apasionada, sudada… y sexy. Apretó más nuestros cuerpos como si nos pudiéramos fundir. Sentí sus pechos chocar contra mi piel en cada cabalgada, y no pude evitarlo, necesitaba verlos, sentirlos piel con piel, cálidos y suaves. Pase una de mis manos a su torso y fui desabrochándole los botones de mi camisa. Introduje mis manos dentro, acariciando sus hombros, dejando caer la camisa por sus brazos. Aparté su cara de la mía, para contemplarla. Ella echó su cuello hacia atrás y siguió subiendo y bajando sus caderas. Observé sus pechos imitar los movimientos de su cuerpo. Y llevé mis manos hacia ellos, masajeándolos. Exaltado, acerqué mi cabeza hacia su torso, y coloqué suaves besos por él, dibujando el contorno de uno de sus pechos con mis labios, subiendo y bajando por él. Rocé despacio su pezón. Un fuerte escalofrió recorrió su cuerpo, el que no paró de menearse sobre mí. Pero ahora sus ojos me miraban, gimiendo en silencio con la boca entreabierta. Abrí la boca y deslicé mi lengua por su pezón, sujetándolo entre mis labios, dibuje círculos con mi lengua por todo su pecho, entreteniéndome en su parte más sensible, mientras agarraba con fuerza su otro pecho.
De repente su ritmo aminoró, tensó sus músculos a mi alrededor, y más despacio siguió subiendo. Bajó rápidamente y volvió a subir muy despacio, y bajó de golpe de nuevo. Creando fricción con sus músculos sobre mí, y aunque el ritmo era menor, tanto ella como yo seguíamos encendiéndonos progresivamente. La miré y pude comprobar como respiraba aceleradamente, sacudiéndose. Sus ojos estaban sobre los míos, desnudándose con lujuria. Y cuando ya estaba tan preparada como yo para tocar el cielo con las yemas de los dedos, volvió a acelerar las cabalgadas. Los movimientos iban en aumento y también la presión de sus músculos en mi polla. Conforme se acercaba su orgasmo más fuerza hacía a mi alrededor y más me acercaba a mí al mío. Seguí sus movimientos, embistiéndola con mis caderas, intentando penetrarla todo lo posible. Y entonces con su barbilla apoyada en mi cabeza, la cual se ahogaba en sus pechos, noté como se corría y sus músculos me torturaban con toda su presión para después relajarse y dejar paso a mi explosión. Rugí sin control sobre su torso, mordiendo su clavícula, mientras ella gemía hundiendo sus uñas en mi espalda.
Levantó su cabeza y yo la mía, nos miramos jadeando. Dibujé una sonrisa de oreja a oreja, inmensa, exactamente igual a como me sentía. Y ella también lo hizo, soltando una carcajada, y suspirando. La besé una vez más, sonriendo en su boca, e intentado relajar mi ritmo cardiaco. Echó la cabeza hacia atrás todavía sonriendo y recorriendo mi espalda con sus suaves caricias, se incorporó y paso una pierna por encima de mis muslos. Se sentó en la cama y cogiendo las bragas que se le habían caído ante mi ataque, se levanto.
-Voy a…ducharme. – Y mordiéndose el labio se dio la vuelta y andó hasta el baño.

¡Joder!, enamorado no sé, pero algo había. A lo mejor era una obsesión o que me estaba volviendo loco, y esto no era normal. E iba a doler. Iba a doler mucho. Iba a sangrar, como si me abrieran el pecho en canal.
Y aun si yo quería intentar algo con ella, y quería, la cruda realidad es que me iba en 18 a EEUU, y ella había dejado bastante claro, sólo unas horas antes, que no iba a mantener una relación a distancia, no era lo suyo, y menos conmigo. No se me había escapado la cara de pánico que había puesto cuando yo había hecho el comentario de los paparazzies y la ausencia de fotos de ella. Era alucinante que hubiera estado con una tía tanto tiempo y nadie había abierto la boca al respecto todavía.
¿Tanto tiempo?
Sí, tanto tiempo. En lo referido a fotos y acoso de la “prensa”, ocho días era ya una eternidad, y más si en esos días había tenido contacto, y del bueno, con una mujer. Si me habían relacionado con tías que simplemente pasaban a mi lado por la calle… Claro que afortunadamente Londres para esto era diferente.
Pero ella no quería formar parte de esta mierda, lo cual era completamente comprensible. Y yo era gran parte de la mierda así que…iba a doler.
Salió del baño con una toalla, me miro sonriendo y fue hacia su armario. Lo abrió y se paró en frente de él unos segundos, después dejó caer su toalla al suelo. Mi respiración se paró para luego retomarse acelerada. Mis ojos la recorrieron entera. El pelo mojado cayendo por sus hombros, su espalda, su cuello, dejando parte de éste último a la vista, mi vista. Seguí bajando la mirada por su columna hasta el final de su espalda. Llevaba unas bragas amoldadas a su culo. Redondo, pequeño y firme, unido a sus caderas. Lo suficientemente anchas para ser más que atractivas para cualquier hombre del mundo, sin excepciones. Sus piernas no eran largas, ni cortas, eran perfectas para ese cuerpecillo. Delgadas pero con maravillosas formas, anchándose exactamente donde debían hacerlo. Pensé en como algo con aspecto tan débil tenía en realidad tanta potencia como acababan de demostrar encima de mí.
Eligió una camiseta de algodón ajustada blanca, y una camisa de rayas azules, que se colocó sin abotonar. Cogió unos vaqueros y se dio la vuelta hacia mí. Yo seguía con la mandíbula desencajada, no de asombro porque ya la había visto desnuda, si no por el calor que se había vuelto a acumular en cierta parte de mi cuerpo. Simplemente no podía cerrar la boca o destensar mi mandíbula. Ella se acercó sonriendo y volvió a abrir el cajón de la mesilla de noche junto a mí. Sacó unos calcetines grises, se sentó en su cama rozándome, lo que definitivamente no ayudaba nada, y se los puso, subiéndolos despacio, demasiado despacio, hasta por debajo de sus redondas rodillas. Se volvió a levantar y se introdujo en esos, ahora muy ajustados vaqueros. Dejando su hermoso y sexy trasero a 50cm de mi cara. ¡Dios!, esos vaqueros me iban a matar.
Se dio la vuelta sonriendo y se agacho, poniendo su cara muy cerca de la mía.
-Voy a preparar el… - se dio la vuelta para comprobar la hora que era. Las 12 menos diez. – la comida. Hay toallas limpias, tarda lo que quieras. – Se acerco más y me dio un rápido beso en los labios. Se levantó y salió de la habitación cerrando la puerta despacio.
No sé si intentaba seducirme con todo eso, pero sin duda lo había hecho. De hecho necesitaba desahogarme con bastante urgencia, pero ni de coña iba a hacerlo en su baño, así me quede “descansando” en su cama, disfrutando una vez más de la intimidad que ella me había proporcionado en su propia habitación.

Cuando salí del baño, todo estaba recogido como la última vez, y había una camiseta gris que no era mía sobre la cama, supuse que era del novio de su compañera de piso y que era lo único limpio que ella podía proporcionarme. Y no es que me importara demasiado. Me la puse, junto con mi ropa del día anterior. Al coger la camisa la olí, y ¡joder! cómo olía a ella. A su olor corporal, a su perfume, suavizante…a ella. La recordé encima mía con ella puesta y mi cuerpo volvió a reaccionar igual que antes…Suspiré profundamente cerrando los ojos, relajándome.
Salí de la habitación y fui hacia la cocina, siguiendo un apetitoso olor, de pronto mis tripas rugieron acordándose de que tenían hambre. Llegué a la cocina y allí estaba ella, apoyada en la encimera esperándome. Con su sonrisa semifingida, preciosa.
-La otra camiseta se la llevé a mi madre para que la lavara, esta tarde iré a verla así que mañana te la daré, ¿ok?. Y gracias por… - Señalé la camiseta que me había vuelto a prestar.
-Tranquilo no creo que Chris la eche mucho de menos. – Mis ojos recorrieron la mesa y pude ver un par de hamburguesas, gigantes. Con queso, hamburguesa, bacon, y otra hamburguesa. Y un poco de lechuga y tomate en unos platos aparte. Una de ellas ya los llevaba incorporados.
-No estaba segura de si la querías con…-Señaló los platos. – No eres muy fan del verde.- Hizo una mueca.
-Pero sí en las hamburguesas. – Era mi comida preferida, podría vivir solamente de hamburguesas y están tenían una pinta estupenda. Mi estomago volvió a rugir, suplicando catarla.
Ella puso el resto de los ingredientes en la mía, preguntándome por la cantidad con la mirada, y me las acercó por la mesa diciendo “Al salón”. Así que las cogí y me dirigí a la sala de estar con los platos. Ella me siguió con un par de cervezas y unos mantelitos, que me obligo a colocarme en los muslos y a modo de babero, riéndose sin vergüenza de mí.
Y definitivamente era la mejor hamburguesa que había probado nunca y, dado que había probado unas cuantas, eso era mucho decir. La carne estaba a su punto, tierna y tostada, el bacon con el crujir perfecto, el queso jodidamente bien derretido, el tomate con la justa cantidad de sal y la lechuga ¡compuesta!. Y el tamaño era gigante, casi dos veces mi mano. Lo dicho, la mejor hamburguesa de la historia.
Cuando acabamos dejé el plato en la mesa, y me quite el puñetero babero haciendo una bola con el y dejándolo encima del plato. Ella hizo lo mismo, pero dejo el suyo sobre el mío, y cogió los dos, se levantó y los llevo a la cocina junto con las dos botellas de cerveza vacías. Volvió con otro par.
-¿Te quedas?. –Preguntó sentándose a mi lado y pasándome una. Asentí. Claro que me quedaba y a vivir si ella me lo hubiese pedido.
-Claro. – Mire el reloj de la pared eran poco mas de las dos y media, así que aun tenía tiempo de pasarlo junto a ella. – Aunque me tengo que ir de compras. Tengo un regalo que comprar. – La mire sonriendo. Ella evitó mi mirada sonrojándose, lo que hizo mi sonrisa se ampliara. - ¿Qué?, ¿no estoy invitado?. Rachel me dijo que sí. – Levantó la vista elevando las cejas ofendida.

PVCarla
¡Oh joder!, pues claro que estaba invitado. Era el único invitado que mi fiesta de cumpleaños necesitaba. No se lo sugerí porque, además de que se hubiese negado, no quería parecer una psicópata obsesiva, con tendencia al secuestro.
-Claro que sí. Pero, no sabia si podías – o si querías – venir. A lo mejor tenias otra cosa que hacer. – Bajé la mirada todavía avergonzada.
-No me lo perdería por nada en el mundo. – Sonrió sinceramente.
-Bueno pues eso es suficiente, no tienes que comprarme nada, en serio. – De hecho he recibido el mejor regalo de cumpleaños de toda mi vida hace menos de una hora en mi habitación.
-Por supuesto que tengo que comprarte algo, es lo que se hace en los cumpleaños. Además quiero hacerlo. – Se puso serio. Paso una mano por mi mejilla, apartando mi flequillo de la cara. Luego me atrajo hacia su hombro, donde reposé mi cabeza. Siguió acariciando mi pelo mientras yo cogí el mando y encendí la tele dejando lo primero que salió. Una peli mala ya empezada.
El colocó sus pies encima de la mesa inconscientemente, cuando se dio cuenta de que llevaba las zapatillas puestas, me miro disculpándose, y se las quito para volverlos a subir. No es que a mi importara un mierda, de hecho yo siempre ponía los pies con zapatos sobre las mesas. Sonreí porque fuera tan educado, pensé que su madre le obligaba a quitárselos, y aunque cuando estaba solo como costumbre le importaba bien poco, ahora estaba en Londres bajo las normas de mama.
Yo subí las piernas al sofá, con los zapatos, y me estiré, recostándome más sobre su pecho.

La película resulto no ser mala, si no peor. Ninguno apartó los ojos de ella pero nuestras cabezas estaban en otra cosa.
El empezó a acariciar mi cuerpo, daba igual que parte. En ese momento, paseaba sus dedos por mi muslo izquierdo, despacio, sólo delicados roces. Siguió subiendo por el costado hacia las caderas, volvió a bajar ampliando la superficie de contacto, abriendo toda su mano y recorrió mi culo despacio. Su mano descendió aun más paseándose de nuevo por mi muslo, esta vez por su cara interna hasta la rodilla, y subiendo, se dirigió a mi entrepierna. Antes de llegar al punto p, cambio de dirección subiéndola por mi ingle.
Todo esto sin mirarnos, sin ningún otro contacto, ambos “sumidos” en la peli. No sé que era lo que pretendía exactamente con ese tipo de caricias pero me estaba poniendo muy loca. Espere por si sólo era mi mente calenturienta, e intentando mantener la respiración a un ritmo normal seguí en silencio. Él repitió el mismo recorrido, pero ya no era simples caricias, su mano se agarraba a mi piel con fuerza. Cuando con esa presión llegó a mi ingle, mi respiración definitivamente perdió el control, elevé mi cabeza, girándola hacia él. Me encontré con sus ojos entornados, encendidos. Y dibujando una sonrisa inmensa. Porque acababa de conseguir exactamente lo que pretendía: encenderme a mí también.
Pasó su otra mano a mi cabeza, bajándola por mi cara con la misma presión que su otra mano sobre mi muslo. Con nuestros ojos fundiéndose los unos en los otros, dibujó el contorno de mi sien, de mi mandíbula, con un sólo dedo, después abrió su mano y acarició mi cuello, mi clavícula. Deslizó su mano por mi esternon, rozando mis pechos, bajando hasta mi estomago donde dibujo un círculo y volvió a subirla por un costado, apretándome hacia él por la cintura. Alcanzó mi pecho derecho y lo acarició suavemente, para luego agarrarlo con violencia. Mi cuerpo se sacudió y mi boca se abrió dejando salir el aire con fuerza. El sonrió aun más, perdiendo el control como yo. Así que me atrajo hacia su boca, y me besó con furia. Desesperadas, nuestras lenguas se fundieron, contorsionándose en nuestras bocas. Me incorporé y me quité la camisa, me senté como esa mañana en sus muslos, y volviéndole a sentir como…esa mañana, sonreí en su boca. Él pasó sus manos a mi cintura, bajándolas para introducirlas por debajo de la camiseta, la agarró y la subió, quitándomela por encima de mi cabeza. La tiro en el sillón, y llevó su mirada a mi pechos. No llevaba sujetador, como él ya sabía, y sonrió. Acercó su cara a ellos y los besó. Alternando sus besos de uno a otro, mientras sus manos sujetaban mi espalda. Comenzó a devorar uno de mis pezones, succionándolo, lamiéndolo con entusiasmo. Dejé caer mi cabeza hacia atrás para que el pudiera acceder a ellos mejor. Con los ojos fuertemente cerrados mientras me retorcía de pasión. Los abrí para verlo. Necesitaba verlo perdido en mis tetas. Pero cuando los abrí me encontré con Sandra en la puerta del salón. ¡Mirándonos!, con la mandíbula completamente desencajada y los ojos totalmente desorbitados. En ese momento no pude reaccionar. Robert seguía absolutamente absortó mordiendo mi pezón y Sandra lo estaba viendo todo. Le aparté la cabeza y me tapé, él extrañado y asombrado me miro. Siguió la dirección que mis ojos tenían y pude notar cuando se encontró con lo que los míos veían porque su ánimo bajó al subsuelo al instante.
Los ojos de Sandra se abrieron imposiblemente más cuando se dio cuenta de quien era el que me estaba satisfaciendo sexualmente. Se puso colorada y bajo la mirada al suelo totalmente en shock. Me puse la camiseta rápidamente y me senté al lado de Rob. Sandra estaba temblando encima de su maleta en la puerta con la mirada perdida. Volvió a mirarnos, cambiando la mirada de mi a Robert, de Robert a…Robert y luego a mi, con los ojos igual de abiertos que al principio.
Empezó a gesticular, tratando de articular alguna palabra. Yo me quede mirándola expectante, con los ojos entrecerrados esperando alguna burrada, algo, cualquier cosa.
-¡OH JODER! ¿Es Robert Pattinson?- Cualquier cosa menos eso. Sandra por dios… Él con la boca igual de abierta que ella, pasó una mano por su cabeza, incomodo. Levantó una mano y sacudiéndola, susurró.
-Hola.
El pobre iba a explotar de vergüenza. Me levanté y saqué a Sandra de la habitación. Se dejo llevar, pero todavía atónita, con la cabeza girada hacia Rob.
-¿Te estaba comiendo un pezón Robert Pattinson?. – Ya en el pasillo se volvió a mí.
-Bueno, al perecer…sí. Más o menos. Lo mordía más exactamente, pero la idea general la tienes, sí. Si hubieses venido un par de hora más tarde no podría andar en una semana, así que gracias. – Comenté con ironía.
-Oh-dios-mío. Tienes que contármelo todo. –Negué con la cabeza despacio, apretando los labios.
-No, no voy a contarte nada. Pero si he muerto o estoy dormida POR FAVOR no me despiertes.
Cerró los ojos, pero no la boca.
-Joo-der. Está más bueno en persona.
-Sí, lo sé. Y huele… - Sonreí más relajada. Ella sacudió la cabeza.
-Tú y tus olores…
-EL olor S, EL olor.

Sandra me dio unos momentos de intimidad, aunque me la había quitado para siempre con su interrupción, yéndose a la habitación.
Robert seguía inmóvil, rojo como un tomate en el salón. Sentado en el sofá con las piernas juntas y los brazos estirados, con las manos en su regazo apretadas en un puño, con la cabeza gacha. Sonrió cuando me vio, dibujando su sonrisa de medio lado, la tímida.
-Debería…ir ya a por tu regalo, se me va a hacer tarde. – Asentí. Se levantó y le acompañé a la puerta. – Nos vemos mañana. – Se acercó y colocando su cabeza en mi oído susurró. – Y retomamos… - Puso su cara enfrente de la mía, mirándome sonriendo. Yo tenía la boca semiabierta, y deslicé mis labios por el interior de mis dientes superiores, intentando mantener el control. Asentí despacio. Me dio un beso rápido en la boca y sin dejar de mirarme con ansiedad, la de todo el día, salio por la puerta.

¿Como que mañana?, yo no tenia trabajo, aunque sí clase pero eso no contaba, y quería marcha. Así que después de cenar cogí el móvil y llamé a Rachel.
-¡Hola!. ¿A que hora salimos hoy? – Pregunté alegre.
-Hoooola. ¿Hoy?. Hoy no salimos. Yankee, mañana es tu cumple, y te he preparado una fiesta sorpresa que necesita ser recibida con muchas ganas. Así que hoy no salimos. Mañana desfasaremos para…probablemente toda la semana. – Intenté protestar pero, obviamente, no me dejo. – Duerme bien que tienes que estar fresca como una lechuga, y ¡hasta mañana!- Canturreó emocionada. Acto seguido me colgó.
Genial…eran las seis de la tarde y ya estaba cenada. Mi compañera de piso estaba cansada de dos semanas de sexolimpiadas con su chico y un viaje en avión desde Alemania, dormida en su cama…y mis amigos estaban descansando, cogiendo fuerzas para una fiesta…¿Cuándo coño había empezado esta gente a descansar?.
Fui a mi habitación y cogí mi ipod, me puse los cascos y escuchando my dirty little secret me monté la fiesta en mi cama…descansado.

3 comentarios:

  1. dioooossss son unos chingadores!!! me encanto eso de que Rob le lleve las camisetas a su madre para que las lave jajajajajjaajaja

    genial como siempre, un besito guapa!!

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  2. mmmmmm arrrrrrrrrrfffffffff, joder yo quiero algo asi y con el, por supuestooo ! Un tio que se ponga rojo con ciertas cosas me puede ...
    Asiasssssssssss cari, un besazo .. ahhh y quiero más, cuando puedas !

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  3. Jooooooooooooooooo-deeeeeeeeer!!! :D me ha encantado....
    "robert Pattinon te chupaba un pezón??" XD jajajaja... genial nena... :D

    Un besote!!!

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